DE fuera vendrá quien de tu casa te echará. Este viejo refrán viene a ser la inspiración ideológica de la nueva ley sobre inmigración que están montando en Gran Bretaña el primer ministro, Richi Sunak y su ministra del Interior, Suella Braverman. Que, como sus propios nombres indican, son anglosajones de pura cepa, desde los tiempos del Rey Arturo como mínimo. Por lo cataplines: Richi es hijo de padres indios que emigraron a Inglaterra desde África en los años sesenta. En esa misma década llegaron a Gran Bretaña los padres de Suella, que también son africanos. Con esa genealogía, tiene cierta guasa que sean ellos precisamente los principales promotores de una ley que pretende echar a los inmigrantes que lleguen a la isla indocumentados (que son casi todos) y deportarlos inmediatamente a un “país seguro”, concretamente a Ruanda. Repetimos, Ruanda, paraíso de la ley y las libertades civiles, donde las dos etnias mayoritarias –hutus y tutsis- llevan matándose vivos más de treinta años; en 1994 se cargaron a un millón de tutsis, que a su vez se están vengando con creces.

"De fuera vendrá quien de tu casa te echará. Este viejo refrán viene a ser la inspiración ideológica de la nueva ley sobre inmigración del Reino Unido"

Suella argumenta que este proyecto es “humanitario y compasivo”. Con un par. El caso es que ellos mismos reconocen que la tal ley “roza” la ilegalidad, pero que tienen que aprobarla porque “es el momento de completar el Brexit y que el pueblo británico decida quién puede y quién no puede quedarse en este país”. ¿No le recuerda a usted, paciente lector, el argumento de los independentistas catalanes que quieren que solo los catalanes decidan si se separan o no de España? De momento, igual que Suella y Richi son hijos de inmigrantes y son los más forofos, los catalanes hijos de inmigrantes andaluces o murcianos (charnegos, para ser precisos en la denominación) son los más acérrimos defensores de la “pureza” de sangre. Es un sentimiento muy humano (con perdón): los que llegaron hace años no quieren que sigan llegando inmigrantes y les empercudan su calidad de vida. Es como el caso de los que hicieron viviendas ilegales en el Cabo de Gata o territorios protegidos similares, y ahora son los que más protestan porque lleguen nuevos habitantes a sus paraísos privados. Como recordábamos al principio, se aplican el viejo refrán sobre los que vienen de fuera a echarte. Sin acordarse (o haciendo como que no se acuerdan) de que sus padres tampoco tenían “pureza de sangre” cuando llegaron, pero el sistema les permitió prosperar, y hasta estudiar en Cambridge.

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