Lejos queda ya esa pareja de mediocentros formada por César De la Hoz y Samú Costa de las primeras jornadas. Y, a pesar de ser más cercano en el tiempo, queda más olvidado de la memoria general el primer partido en el que fueron titulares Morlanes y Costa. En Las Palmas, siendo la tercera derrota consecutiva del conjunto rojiblanco y con el portugués mandando indirectas a Petrovic por Instagram. En el peor momento del curso, José Gomes sabía que sus jugadores tenían que dar un cambio de imagen. Esa transformación se cimentó, entre otros factores, en estos dos mediocampistas. Ambos han cogido la dirección del juego dándole sentido a todo. Desde la sala de máquinas, jornada tras jornada incrementan su peso en el equipo. Todo nace a partir de sus botas, desde la salida de balón hasta la presión al rival. Su influencia se aprecia en todos los tramos de los noventa minutos. Además, se encargan de derribar los tópicos y chascarrillos de este tipo de futbolistas. Manu Morlanes, con un molde que, a primera vista, es familiar al estilo de la posesión y el toque, se está destapando también como un buen recuperador de balón, ganando duelos en campo propio y yendo al barro. No obstante, el jugador maño lleva la pelota atada al pie, en un control espacio-tiempo que lo colocan como un de los mejores mediocentros de la categoría. Su forma de acariciar el esférico para romper líneas rivales sigue sorprendiendo a propios y extraños (87% de efectividad en pases). Y a su lado está Samú Costa, con una experiencia nula en el fútbol profesional antes de llegar a Almería. El de Aveiro destaca con un físico imponente que le sirve para sobresalir en la faceta puramente defensiva (9,1 duelos ganados de media), pero no se queda atrás en la parte ofensiva. Desde su zurda, genera 63 pases por partido en un esquema que le viene de perlas para exprimir todo su potencial. El dúo de las medias bajadas. Samú y Manu. Costa y Morlanes.