La afición rojiblanca lleva camino de repartir sus simpatías entre Umar Sadiq y Dyego Sousa. El nigeriano es titular y el brasileño nacionalizado portugués es su suplente, su más directo rival por hacerse con el 9. Entre ambos han participado en 19 de los 29 goles que suma el equipo en las 15 jornadas ya disputadas. El balance se reparte entre los 7 goles y seis asistencia del africano frente a los 3 goles y tres pases de gol del luso. La influencia de estos dos futbolistas en el liderato, así las cosas, es manifiesta. Que exista competencia entre jugadores siempre es bueno y plausible, si es sana y deportiva. La otra, malsana y traicionera, no es rivalidad sino otra cosa, barriobajera y de mal gusto. Ocurre que esta competencia por la titularidad puede derivar en división entre la afición. Y es de sobra conocido que las divisiones son malas. Tampoco lo son las corrientes, que amenazan con resfriar al más pintado, y de azuzar y cortar la hierba en el caso de la política. Las divisiones traen cismas y rompen la unidad y la paz social, de gran valor cuando se es líder. Es normal que haya aficionados que se posicionen a favor de Umar como es igual de lícito que existan seguidores de Sousa porque cada cual tiene sus gustos. Lo que ya no es deseable es que se mezclen las cosas y el apoyo a uno de estos jugadores lo sea en detrimento del otro. Eso no es aconsejable. Los dos visten los mismos colores y son jugadores de la UDA. Son de los 'nuestros' y hay que apoyarles y animarles, en la salud y en la enfermedad. Otra cosa es cómo se lo tomen ellos, los protagonistas. De momento, no han jugado juntos, pero el caso es que la UDA los necesita a los dos. Cuando lleguen las cuestas, las rachas negativas, el equipo ha de ser una familia, como lo es ahora, y ha de primar la unidad del grupo, sin personalismos.

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