Pocos lugares hay en el mundo del fútbol más sagrados que la intimidad de un vestuario. Jugadores y entrenadores guardan en secreto, a veces con exagerado recelo, todo lo que allí sucede. Pocos son los afortunados que pueden penetrar en ese fortín reservado a plantilla y cuerpo técnico. Mohamed El Assy se ha destapado como uno de ellos. Contó Balliu, al finalizar aquel Almería 1-0 Sporting, que lo que hizo que el equipo reaccionase en la segunda mitad tras una bochornosa primera parte de los rojiblancos fue la aparición en el descanso de El Assy en la caseta unionista. La presencia del CEO de la UDA y, más aún, su mensaje, imaginamos que alejado de la corrección, el sosiego y la tranquilidad, despertaron a un equipo que estaba ante una de sus últimas oportunidades para alcanzar el tren del ascenso directo. Al conocer la noticia, las redes sociales se llenaron de comentarios en favor del egipcio. Qué grande. Qué forma de proceder. Así se hacen las cosas. Este es nuestro director general. Soldados de El Assy. No es la primera ni la segunda vez que la mano derecha de Turki Al-Sheikh se presenta en el vestuario para abroncar a cuerpo técnico y jugadores, una actitud que, lejos de ser elogiable, es bastante perjudicial a largo plazo, pese a que, en la inmediatez, sí pueda surtir efecto. Irrumpir de esa manera en la caseta no solo termina con toda la intimidad que entrenador y futbolistas puedan tener, sino que resta autoridad a la figura del técnico, dejándolo en evidencia ante su plantilla. Más de un entrenador se ha negado a que su presidente, en un ataque de ira, entrase en el vestuario a dar alaridos a diestro y siniestro. El Assy está teniendo la fortuna de que, por el momento, nadie se lo ha impedido en Almería. El egipcio hace y deshace a su antojo en el Mediterráneo, pero, si el club crece y terminan pasando figuras de relumbrón por el banquillo unionista, no lo tendrá tan fácil. Y, entonces, empezarán las fricciones.

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