Almería, 21 de junio de 2018. Estimado Piñeiro, imagino a Alfonso García sentado en su silla del despacho de Urcisol en Águilas, jugando su particular partida de póker, recibiendo un día a representantes de entrenadores, otro a los emisarios de los supuestos compradores del club y al siguiente a representantes de futbolistas. En el fondo debe estar disfrutando de esta situación porque es la época del año que más le gusta, según me consta, por aquello de tener que planificar una plantilla, ya que a su alma de entrenador hay que sumarle la de director deportivo, pues el cargo de presidente plenipotenciario se le queda chico. El quid de la cuestión está en saber si tiene una escalera de color o va de farol. Si al final el tema de la venta se queda en humo mucho me temo que le va a costar ilusionar nuevamente a la afición con un proyecto que, según me llega, será totalmente espartano, con una drástica reducción presupuestaria. ¿Falta de respeto? Los aficionados son meros números.

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