Análisis

Francisco bautista toledo

La pintura de Martín Pastor

Expone José Francisco Martín Pastor una producción exuberante, variada y siempre fresca. La muestra consta de ochenta y cinco piezas. Esta propuesta recorre su variada actividad plástica, desde los setenta hasta la actualidad, presentando diferentes formas de abordar la expresión pictórica, siendo siempre fiel a la emoción asociada al descubrimiento de nuevas sensaciones. Su obra es un camino de búsqueda sin fin, sostenido por la ilusión de encontrar la plenitud ante la composición total, aquella que agota toda iniciativa posterior, mas es un espejismo, una fantasía que espolea la exploración artística, cuyo horizonte se atisba, sin posibilidad de alcanzarlo. Esta aventura no posee un resultado baldío para el autor, sino al contrario, constituye una transformación del pintor, enriquecimiento, profundización en el conocimiento de la esencia del color, de la realidad percibida, incluso supone su desarrollo vital, significando un camino iniciático, aunque el propio artista desconozca este yugo, moviéndose sólo por la necesidad de pintar.

El azar es el genio que dirige todo el proceso de su trabajo plástico, pues libera el pincel del orden racional, abriendo el sendero hacia perspectivas distintas de la obra anterior. Esto hace que se interne el artista en un mundo ignoto, libre del orden pensado, caos cromático, laberinto sin fin, donde en la pasión intensa se intenta vislumbrar las distintas formas perseguidas. Esto solo es posible si se domina el oficio, resultado de largas horas de trabajo e indagación.

Martín Pastor ofrece modos de pintura variada, utilizando técnica mixta sobre tabla o lienzo, acrílicos, o grabados sobre diferentes soportes.

En el conjunto mostrado se ofrecen piezas que comprenden la figuración o estilos abstractos, siendo el hilo que las une el espíritu del color, sus fluctuaciones ordenadas de acuerdo al ambiente emocional imperante, tras la disección de la realidad pretendida por el pintor.

Hay obras con una fuerte impronta de la pintura que bebe del carácter del entorno almeriense, recordando a los batarros de los pintores del Almanzora, agregando el artista un influjo cromático potente, emocionalmente apasionado, expuestas sus escenas como una revelación, cuyos grupos de personas ofrecen individualidades en los que cada una habita en su mundo íntimo. Misterio, soledad, dureza en la mirada, conformismo vital, son los gestos que dan sentido a cada una de ellas.

Excelente experiencia visual, rica e intensa, la ofrecida por Martín Pastor.

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