Análisis

Pablo Martínez -Salanova Peralta

Un problema gordo

Ronaldo Nazario tiene que aguantar que se refieran a él como Ronaldo, el gordo

Ronaldo. ¿Qué Ronaldo? El gordo. ¡Placa! y así, tan inocentemente la gente diferencia a Cristiano Ronaldo de Ronaldo Nazario. Nadie se para a pensar en lo cómo afectará a alguien a quien no tienes delante la manera en la que nos referimos a esa persona. Pero si quitamos los millones, el éxito, la vida rodeada de lujos, el reconocimiento mundial y ¿he dicho los millones?... pues los futbolistas son personas normales y corrientes como tú y como yo. Me imagino la gracia que tendría que hacerle a Ronaldo, el brasileño, ver cómo se hizo habitual en su época que hasta en los medios de comunicación se refirieran a él de esa manera.

Además, que no es solo que Ronaldo se haya dejado un poco (o un mucho). Es que Ronaldo tiene hipotiroidismo. No me quiero ni imaginar el sacrificio, alimenticio y de ejercicio físico, que tuvo que llevar durante sus años mozos. Porque cuando era joven, recuerdo su año del Barcelona sobre todo, era una máquina y el cuerpo atlético que tenía no hacía para nada sospechar el desajuste hormonal que provoca esa enfermedad y que tiene entre sus sintomas y/o consecuencias el aumento de peso. Pero claro, luego uno se va haciendo mayor, deja el deporte de élite y está claro que se pierde la forma. Y si Ronaldo, siendo hipotiroideo, deja de cuidarse, pues es normal que parezca que se ha comido al Niño Jesús.

Y si Ronaldo no tuviera ya suficiente con lo suyo, pues encima tiene que aguantar las coñas de gordos. Porque lo triste es que no hace falta que Ronaldo se enfrente a nadie en un campo de fútbol, donde la hostilidad hacia el equipo visitante saca lo peor de nosotros mismos. Tendemos a atacar los puntos (que suponemos) débiles y se nos llena la boca con calvo, gordo, negro y maricón, seguramente rematados por un "de mierda". Luego el futbolista se revuelve y recrimina al público y encima le llueven por no saber guardar la compostura. Ahora, a Ronaldo, el defraudador, no se le dice. Es más, se le aplaude. Eso sí que es un problema gordo.

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