Análisis

Pablo Martínez -Salanova Peralta

Tres puntos, colega

Quizás hoy podríamos salvar de Chicho Terremoto el esfuerzo y afán de superación

Sesenta y cinco episodios. Muerto me he quedado con el dato. Nada más que sesenta y cinco míseros episodios tuvo Chicho Terremoto. Yo diría que fueron como unos mil, pero es lo que tiene Antena 3, que a fuerza de reposiciones y reposiciones hizo que esta serie de anime japonés quedara en el imaginario colectivo de toda una generación. ¿Quién no recuerda la mítica frase de "¡Tres puntos, colega!"? Pero visto ahora desde el viejovenismo, la serie no había por donde cogerla.

Chicho López, adelantándose muchos años a Tony Soprano, Walter White o Don Draper, era un protagonista que peor no te podía caer. Pero ahí estuvimos años y años cada mañana pegados al televisor. Era tan odioso e irritante que casi deseabas que fuera el perro el que se ligara a Rosita. Algo que en estos tiempos que corren suena mucho peor que en aquella época. Porque, aunque en España se emitió en los noventa, la serie está basada en un manga que tiene ya casi cuatro décadas. Y aunque algún escarceo se ve que ha tenido más recientemente en algún canal de la TDT, dudo bastante que unos dibujos animados en los que el protagonista va por ahí levantando faldas, obsesionado con las bragas de color blanco, fuera a durar mucho hoy en día.

Actualmente podríamos salvar aquello del esfuerzo y el afán de superación. Porque el bueno de Chicho era un retaco que acabó siendo un máquina jugando al baloncesto. Y al final, cuando la serie empezó a desvariar (¿más?), al susodicho le dio por experimentar con otras disciplinas deportivas tan dispares como el ping pong, el béisbol o la esgrima. Y, claro, como no podía ser de otra manera, también se le daban bien.

Pero hablamos de un dibujo animado, no sé si Usain Bolt correrá la misma suerte ahora que se ha empeñado en dedicarse al fútbol profesional. Dicen por ahí que no lo conseguiría ni entrenando cien años, pero vamos, si es cuestión de confianza en sí mismo, con una milésima parte del ego de Bolt, éste llega a Balón de Oro.

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