Como rajoy cuando se fue al bar

No me fastidies, Roberto. Todo el mundo sabe que ese cetro no te corresponde

No sé quién narices es Robert Moreno, ni con quién había empatado antes de que le cayera del cielo nada menos que el banquillo de la selección nacional de futbol. Me da pereza hurgar en su currículum. Ha pasado a ser un personaje desagradable después de todo lo vivido en los ultimos días, lo reconozco. Digo yo que para sentarse ahí, o al menos así ha sido siempre, habrá que acumular méritos durante años y vivir experiencias de primer nivel, aunque teniendo en cuenta las circunstancias horribles del fallecimiento de la hija de Luis Enrique, que el camino a la Eurocopa estaba muy encarrilado y que en el seno de la Federación hay alguien tan imprevisible como Rubiales, puedo incluso llegar a entender que haya ostentado la regencia. Pero no me fastidies, Robert, o Roberto. Todo el mundo sabe y entiende que ese cetro no te corresponde.

Lo de no salir a la rueda de prensa a ofrecer su versión de los 'hechos' después del partido contra Rumanía me pareció a la altura de un impresentable como Mourinho, una espantada que encuadro en la misma categoría que la de Rajoy yéndose al bar el día que el congreso lo echaba de la presidencia del gobierno. Hay avestruces que dan más la cara que estos dos.

Vaya por delante que si hay un santo que no es de mi devoción en el universo fútbol, ese es Luis Enrique, por más que en el 94 su nariz partida fuera también la mía, y la de tantos españoles. El entrenador asturiano proyecta al mundo una imagen antipática y a veces hasta chulesca, aunque le reconozco sus virtudes futbolísticas, las que tenía como jugador (creo que nunca le perdoné que cambiara el Madrid por el Barca) y las que atesora como entrenador. Y no dudo, ojo, de las que puedan adornar al propio Moreno, pero salta a la vista que este no era su momento para dirigir la Roja. Perfecto sí que era para salir como un señor de tan honroso cargo, por muchas gallardas mentales que se hubiera hecho ante la baja temporal de Luis Enrique. Pero lo desaprovechó. Una pena.

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