Siempre ha existido entre los mortales la certeza de la existencia de personalidades que, si bien no sabes con exactitud qué lugar ocupan en la historia, merecen un respeto y un reconocimiento selecto. Únicamente por el aura histórico que les rodea. Juan Rojas es esa persona que, sin ser mucha gente consciente de su obra, entre otras cosas permitió que la UD Almería ocupe hoy el lugar que ocupa. Para lo bueno o para lo malo. Juanito nació en el Barrio Alto. Sus primeros toques a una pelota datan de finales de los años 50, a la altura del Kiosko Chirivía de la Rambla de Almería. Aquel extremo endiablado de quiebro y centro medido, sin ser muy alto, tenía la altura de los genios. Dicen que engañaba a su propia sombra. Tanto que, a pesar de sus 167 centímetros, su potente salto y su certero remate de cabeza terminaron de convertirlo en un jugador temible. Juan Rojas pasa del Atlético Calvo Sotelo, tras estar en varios equipos almerienses, a la novísima AD Almería, de Regional Preferente, en 1971, aprovechando su servicio militar en la ciudad. En un lapso jamás imaginado, una escuadra de ensueño alzaría al equipo de Maguregui en 1979 a la primera categoría del fútbol español. El propio Juan Rojas anotaría el primer gol que vieron los ojos del Franco Navarro en Primera, el 16 de septiembre, en un 1-0 ante el Zaragoza. Él ya había escrito su nombre en la historia del Almería en el partido del ascenso contra el Castellón. Aquella misma temporada, y en los albores de un devenir caótico para la entidad, Rojas se retira para enrolarse en la secretaría técnica. Siempre le honró su condición de abanderado por la unión de los clubes almerienses en uno. Por ello, Juan Rojas fue una figura esencial, en su labor de concejal de cultura y deportes, para que surgiera la UD Almería como único máximo representante del fútbol municipal. El resto es historia.

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