La victoria de la UDA en Vallecas ha recordado que la grandeza del fútbol descansa en los grandes jugadores, pero también pasa por su fuerte carga de ilógica. La UDA no jugó ni peor ni mejor que lo ha hecho en otros muchos partidos de esta Liga y la falta de presión, después de haber consumado el descenso, no le ayudó para firmar su segundo triunfo liguero. La diferencia, la única, es que el portero lo paró todo, lo fácil y muy difícil, con una actuación fuera de lo normal. La segunda derivada de este sorprendente resultado es la relatividad sobre transcendencia o intranscendencia de los partidos. Todos los partidos ponen cosas en juego. Recuerdo como en la víspera del primer descenso de la UDA, del 2010-2011, Roberto Olabe llegó a asegurar que el partido contra el Real Madrid, que cerró aquel curso, era muy importante para el equipo y no tanto para él. La plantilla viajó al Bernabéu ya descendido y salió goleada 8-1. La bacalada dejó en muy mal lugar al hoy director deportivo de la Real Sociedad, quien llegó recomendado por Unai Emery y se fue tras el ascenso a Primera porque “añoraba a su mujer’ y aceptó la petición de Alfonso García para sustituir a José Luis Oltra. La recta final de la Liga puede tener un efecto contrario y catapultar a un jugador. Es el caso de Paco Luna. El delantero jerezano firmó 17 goles en sus cuatro temporadas, pero los hizo en su gran mayoría en los estertores del Campeonato y le sirvieron para alargar su relación como rojiblanco. A Olabe no le sirvieron aquellos dos meses en Primera para hacerse un hueco en los banquillos, pero Luna los supo aprovechar y Maximiano también. La memoria es frágil y recuerda lo último y más reciente, y no así lo primero y lejano.

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