Análisis

ramón gómez vivancos-garcía

Las verdades del barquero

Al grano. Comienza la pretemporada y la UDA aparta a cuatro jugadores, a los que se les comunica que no viajarán a Marbella con el resto de la plantilla. Acto seguido se levantan voces de aficionados rojiblancos que claman por la injusticia que, según ellos, se está cometiendo. Imágenes de los jugadores apartados, sentados sobre el césped con rostro de cansancio, ilustraron los argumentos de los seguidores más indignados. Uno extrae la siguiente conclusión: a demasiados aficionados se les está yendo la memoria o viven en una realidad paralela repleta de preciosos arcoíris.

La UDA es una entidad privada que tiene todo el derecho del mundo a contar o no con algunos de sus jugadores para la siguiente campaña. Otra cosa bien distinta es que los suspendieran de empleo y sueldo, eso sería otro cantar. Además, todos ellos cobraron religiosamente por sus anteriores temporadas. Algunos se sacrificaron más que otros, pero esa es la realidad de cualquier empresa privada. En este tipo de entidades, y la UDA lo es, el mérito, la aptitud y la proyección futura cuenta, frente al inmovilismo de la empresa pública ante la desidia y el demérito.

Vamos a centrarnos en René, al que tanto se está aludiendo. El cancerbero tuvo su protagonismo antaño y su trabajo lo desarrolló con nota, pero de ahí a reconocerle su pasado, repito, pagado religiosamente, con una convocatoria gratuita en Marbella, va un trecho. Ni la UDA ni ningún club del mundo pasa por ser una ONG de jugadores de fútbol. Aun así, nuestra entidad dispone de un plus, el servir de trampolín futbolístico a una gran cantidad de jugadores que gracias a su proyección en la entidad rojiblanca han resuelto de por vida su futuro. Si se considera que un jugador no debe seguir por diferentes motivos, como por tener una ficha muy elevada para su rendimiento o por considerar los técnicos que su nivel ya no es el apropiado para futuras exigencias, se le busca acomodo mientras se resuelve su situación y se le permite entrenar, como no podía ser de otra manera. Y si se le requiere de inmediato (como ha ocurrido con René) por la lesión de un compañero en la concentración, se le llama, porque sigue perteneciendo y cobrando de la UDA.

Diferente fue cómo se portó la UDA de Alfonso García con Francisco al ascender con Emery a Primera. A nuestro querido paisano también se le apartó, pese a ser un jugador de la tierra que hizo historia con el ascenso, pero no voy a contradecir mi anterior argumento. Si se consideró que Francisco no debía seguir, se hizo lo correcto, se le apartó en espera de un arreglo, como hace cualquier club. Ahora bien, entrenar en un campo de tierra a las 15:00 horas en pleno agosto, como se le ordenó a Francisco, ya fue harina de otro costal. Lo hizo junto a Cisma y Bermejo, pero parece que ahora gusta más atizar al, por fortuna, mediático Almería de Turki. Los jugadores son meros empleados del club, aves de paso, y en cuanto puedan volarán a por un mejor contrato. Eso es lógico, es la oferta y la demanda en una sociedad, por suerte, de libre mercado. Tampoco conviene olvidar que en su gran mayoría los jugadores profesionales saldrán de este periplo futbolístico con las arcas completas para el resto de sus vidas, mientras que por desgracia muchos de sus seguidores que claman justicia y lloran de pena por una desconsolada imagen de sus ídolos, deberán de trabajar hasta los 65 o 70 años para subsistir, si antes no se topan con un ERTE o con un ERE, como mínimo. Así de contradictoria es la vida.

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