Reflejos

Francisco Bautista

Afganistán: ética o estética

Hay dos formas de proceder en la vida. Una la denomino Ética, es decir, de acuerdo a unos valores y principios de conducta, según las creencias asumidas en la cultura propia. Otra la llamo Estética, que consiste en la apariencia mostrada, reflejando perfecciones y modos de ser, y actuar, conforme espera la opinión pública. Muchas veces los valores son relegados ante la eficacia, resolviendo los problemas en consonancia con el signo de los tiempos, mostrando fortaleza, poder, superioridad, cuidando la imagen. La Ética ve truncada su presencia por razones superiores, sean de Estado, políticas o personales. Ética y Estética difícilmente van unidas en la resolución de un conflicto con éxito. Estados Unidos, tras veinte años de guerra y ocupación en Afganistán, abandona ese país de forma precipitada. Ha buscado una salida airosa en el conflicto armado en el cual estaba inmerso, pues suponía una pérdida continua de dólares, cansancio de las tropas entretenidas en operaciones de vigilancia, bajo la amenaza constante del terrorismo islámico. Políticamente esta situación ha causado desgaste en sus dirigentes, y pérdida de sentido, en la población, sobre la necesidad de intervenir en ese país centroasiático. Ha optado por un acuerdo que deje intacta su victoria militar inicial, evitando afrentas mayores. USA ha renunciando a la transformación de la sociedad afgana, y su adaptación a los valores occidentales. China y Rusia, más el grupo de naciones incluidas en la lista de Estados terroristas por USA, han aplaudido la retirada de las tropas norteamericanas y sus compañeras de la OTAN. La presenta como una derrota militar, mas la realidad es otra. EEUU cumplió con la misión militar inicial de castigo contra una nación que albergaba al grupo terrorista desafiante. Llegó y venció, pero cometió el error de hacer tabla rasa en la estructura social afgana, basada en unos valores propios. Quiso imponer un estilo de vida política Occidental, pensando que su poderío, acompañado de grandes sumas de dinero, que adormeciera los reparos de los nuevos dirigentes, serían suficientes para imponer su criterio. Su error fue no limitarse a la victoria inicial de una expedición de castigo, dejando a un gobierno moderado según sus costumbres y abierto al exterior. El fracaso político ha empañado el triunfo militar. La batalla cultural no la ha perdido, pues Oriente ya no admira, ni quiere imitar, a Occidente. No venció la Ética y se conforman con la Estética. La guerra cultural se perdió hace mucho tiempo.

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