Opinión

Joaquín Pérez de la Blanca

Comienzo de año

El trasfondo de esta celebración descansa hoy, a mi modo de ver, en la importancia de la inocencia que reside en nuestros pequeños

Año nuevo, vida nueva. Espero que traiga consigo más esperanza que el que acaba de concluir. Un año marcado por la pandemia y una crisis de naturaleza económica y sanitaria sin precedentes que difícilmente podremos olvidar. Y como no, recién iniciado el año, toca la noche de los Reyes Magos; una noche en la que los niños esperan recibir los regalos de Sus Majestades de Oriente en forma de muñecas, bicicletas, balones de fútbol, juegos de mesa, libros, raquetas de tenis, etc. Yo mismo guardo gratos recuerdos de esta noche mágica: la carta a los Reyes, la cabalgata con el séquito al completo, los preparativos para su avituallamiento, el roscón de reyes con su haba y su figura… El trasfondo de esta celebración descansa hoy, a mi modo de ver, en la importancia de la inocencia que reside en nuestros pequeños. No en una inocencia malentendida, sino en la grandeza de lo simple, de aquellos que no guardan maldad alguna y se alegran casi más por la espera de saberse protagonistas por unas horas que por el propio regalo recibido. Es interesante no perder de vista el acontecimiento que dio origen a esta tradición tan española, y que año tras año se renueva: la cita a la que acudieron los reyes de oriente para adorar al Niño Dios, y entregarle una serie de regalos: oro, incienso y mirra. Así lo relata San Mateo en el Evangelio. El número de reyes que realizaron esta visita fue determinado para la cristiandad por el Papa León I el Magno, y sus nombres aparecieron por primera vez a mediados del siglo VI en la iglesia de San Apolinar Nuovo, en Rávena. Así, quedó establecido en tres el número de sabios venidos de oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar, que acudieron para adorar al Niño Dios y entregarle una serie de regalos: oro como rey, incienso como Dios y mirra como hombre. Fueron al fin y al cabo los primeros no judíos en reconocer al Hijo de Dios. Los restos y las reliquias de los Reyes Magos se encuentran actualmente en la catedral de Colonia por obra y gracia del emperador alemán Federico Barbarroja, quien los regaló a la ciudad en el año 1164. Resultan curiosas otras alegorías extendidas sobre los Reyes Magos, como que cada uno de ellos viene a representar una edad distinta de la vida humana (vejez, madurez, juventud) o la de que dan testimonio de las razas entonces conocidas en la Edad Media: la europea, la asiática y la africana, tratando de englobar así al grueso de la humanidad. Independientemente de las vicisitudes históricas y religiosas, hoy más que nunca no podemos pasar por alto la humildad y la tranquilidad de los que son felices en la sencillez, sin adornos ni falsos estereotipos. Por ello, a pesar de los difíciles momentos que estamos atravesando, debemos dejarnos llevar por la ilusión de los más pequeños y tratar de esperanzarnos en el año que ha llegado para volver a la normalidad.

Feliz año, y feliz noche de Reyes.

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