Nada más poner un pie en la Consejería de Educación, el señor Imbroda explicó que tenía que tener tiempo para averiguar cómo estaba la educación en Andalucía. Sorprende esa sinceridad en la que reconoce su profundo desconocimiento del área de Gobierno que le ha correspondido, una consejería de una gran envergadura en el ámbito de la gestión pública puesto que tiene en sus manos, nada más y nada menos que al alumnado andaluz.

Hace tan sólo unas semanas, Imbroda creía en la necesidad de hacer un "ejercicio de autocrítica" para afrontar el gran debate educativo en Andalucía y consideró que el final de curso era un periodo razonable para tener las primeras conclusiones sobre el nuevo rumbo que se pretende dar a la educación andaluza. Parece igualmente curioso que lo pretenda hacer en tan poco tiempo, ya que el curso está muy avanzado, se quiere hablar con todos los colectivos, con los profesionales y los centros y partiendo, como reconoció, de un desconocimiento de la situación del sistema. Creo que aún no se ha creado conciencia de lo que representan, para las generaciones de estudiantes y de la sociedad, efectuar cambios bruscos y fuera de rumbo en la gestión del sistema educativo. Hemos tenido la experiencia de la LOMCE, en la que la misma definición del sistema se aleja de los principios de equidad e igualdad tanto para el alumnado cómo para el profesorado y las familias. Y todos estos cambios en el articulado de la LOE, precisamente en nombre de la calidad educativa. La Educación es el debate más profundo que la gestión pública tiene sobre la mesa. Un debate y un pacto que las derechas siempre ha abortado; bien porque había elecciones a la vista, o bien en nombre de la libre elección de las familias.

Que el gobierno de la derecha de Andalucía anuncie un cambio de rumbo del sistema educativo andaluz no es ninguna broma ni un tema menor. Necesitamos saber las ideas que baraja el gobierno 'trifachito' y, sobre todo, claridad y transparencia en los informes y conclusiones que obtengan sobre la situación de la educación en Andalucía. Sería un chantaje a la Educación andaluza plantear un cambio de rumbo con un objetivo distinto al de consolidar un equilibrio en la Educación pública-concertada, y que se pretenda utilizar la libre elección de las familias y la calidad de la enseñanza como escudo para modificar algo tan vital como la educación y la socialización.