República de las Letras

LA ENSEÑANZA DE LA HISTORIA (2)

Los hechos históricos nos deben servir para no repetir los errores y fanatismos de otras épocas

Hablaba yo la semana pasada del asunto de la espada de Bolívar en la toma de posesión del presidente de Colombia. El rey de España no se levantó al paso de la reliquia histórica como hicieron otros muchos mandatarios presentes. El motivo lo expresó muy bien un representante de la extrema derecha española diciendo que esa espada quizá estaba aún manchada de la sangre de los españoles a los que el Libertador combatió con saña. Y decía yo que eso era utilizar los episodios del pasado histórico con criterios políticos actuales. En esa línea, no deja de extrañar que quienes organizan la Vuelta Ciclista a España hayan decidido que este año salga de Utrecht, pues esa importante ciudad de los Países Bajos recuerda capítulos de la Historia muy desagradables para España: la Guerra de Sucesión, el Tratado de Utrecht, el apoyo de Cataluña al aspirante al trono español, el Archiduque Carlos de Austria y, finalmente, la ocupación de Gibraltar por los ingleses. Así que se trata de una ciudad muy presente en nuestra historia, pero negativamente. Con criterios actuales, no debería haber salido la Vuelta de allí. Todavía si hubiera sido Breda, por el cuadro de la rendición de esa ciudad ante las tropas españolas, el llamado de Las Lanzas, de Velázquez, todavía, pero Utrecht...

Y es que, si nos andamos así, con remilgos históricos -y no deja de ser sorprendente que personas cultas, instruidas, modernas, con criterio para tantas otras cosas, lo hayan perdido indisimuladamente en el asunto de la espada bolivariana, justificando con falaces argumentos protohistóricos la actitud del rey-, los españoles, y no solo los españoles, también los ingleses, los americanos, los franceses o los alemanes no podríamos pisar casi ningún lugar del planeta. Toda guerra, toda ocupación de territorio ajeno, y eso fue lo que hicimos los españoles en América -y, ya digo, los ingleses, franceses, portugueses...- ha conllevado siempre una crueldad y un fanatismo extraordinarios. La actuación de España en Cuba, por ejemplo, no fue nada ejemplar, ni cristiana, y precipitó la independencia de la isla, es decir tuvo efectos contrarios a los que perseguía.

Intentar justificar actitudes del presente con hechos del pasado es una gran estupidez. Nadie medianamente formado juzgaría con criterios actuales los hechos históricos. Para lo único que nos deben servir es para no repetir los fanatismos de otras épocas.

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