Opinión

Juan Fdez. Sierra

Formar Maestr@s para la sociedad del conocimiento: tarea compleja

EN los momentos de crisis, la presión social y política sobre el sistema educativo y sobre los docentes se multiplica. Las escuelas, institutos y universidades se convierten en una especie de papelera, contenedor o receptáculo en el que se intentan depositar muchos de los problemas que la sociedad no ha resuelto o se muestra incapaz de resolver. Entre ellos hay dos tipos de asuntos que se hacen recaer sobre el sistema y el profesorado: los relacionados con la economía y los ligados con la preocupación o pánico moral ante la formación de los y las jóvenes. Para lo primero se pide aumentar las enseñanzas en tecnología, matemáticas, ciencias, etc. Para lo segundo, se rellenan los currículos escolares de nuevos contenidos sobre identidades históricas o culturales, cambios de valores, diversidad cultural, violencia, género, multiculturalidad, disciplina, medidas represivas...

En este contexto, el profesorado se encuentra encerrado en un triángulo de intereses y contradicciones sociales. Por un lado, se les presenta como mediadores de las oportunidades y prosperidad que la educación puede proporcionar a los individuos y a la sociedad; por otro, son conscientes de las amenazas de exclusión de ciertos sectores y de su responsabilidad profesional en paliar estas amenazas o peligros; pero al mismo tiempo, están sometidos a controles y epidemias de estandarización y regulación que les presionan y limitan su capacidad de actuación autónoma e innovadora.

Preparar docentes hoy, requiere reenfocar esta tendencia, para que ellos sean creativos, arriesgados, puedan vivir y actuar en la perplejidad, y se comprometan y responsabilicen pedagógicamente con los procesos educativos en todos los niveles de decisión y acción, pues de lo contrario difícilmente van a poder educar a los y las jóvenes en estas dimensiones, que son las que exige la sociedad del conocimiento. Este, en parte nadar contra corriente, es el reto de las Facultades de Ciencias de la Educación, y la responsabilidad de su profesorado y de la comunidad universitaria, si aceptamos el compromiso social que nos corresponde.

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