República de las Letras

Golfos titulados

No es fácil estudiar. Llegar a la Universidad, diplomarse, licenciarse y doctorarse. Hay que entregar en ello la juventud

Q UÉ políticos tan mediocres! Ahora resulta que los títulos académicos que dicen poseer, o son falsos o los han obtenido con fraude y engaño. ¡Qué malos! Qué malos y qué golfos. Y qué golfos aquellos que les han ayudado a obtenerlos con trato de favor. Resulta que el único líder de partido que es doctor y tiene másters con todas las de la ley es Pablo Iglesias. Los demás, unos nindundis. Hay políticos acusados de haber plagiado su tesis doctoral. Hay quien ha colocado en su currículum másters que no tiene. Incluso hay quien dice ser abogado -o licenciado en derecho, que abogado es otra cosa- y no lo es. Y no dimiten. Y no se van a su casa. Hay una universidad que supuestamente -que siempre hay que presuponer inocencia- ha sido un vivero de titulaciones con engaño, falsedad, amiguismo y favoritismo. ¡En algo tan serio y tan sumamente duro y largo de obtener como es una titulación universitaria de alto valor académico y profesional! Obtener el doctorado en cualquiera de las carreras universitarias es toda una odisea. Requiere dedicación, esfuerzo, tiempo. Tienes que entregarte a ello en cuerpo y alma. Y si la quieres con alta cualificación, ese Apto cum laude que, a pesar de lo que esos tramposos han dado a entender, es extraordinariamente difícil de conseguir de cualquier tribunal, si quieres un reconocimiento tal alto, tus investigaciones, tus trabajos y estudios deben ser muy innovadores y representar un avance significativo en el desarrollo de la ciencia o la técnica de que se trate. Además de hacer másters, tienes que versarte en lo último publicado de tu especialidad, conocer a fondo a los autores de tu materia, incluso personalmente, investigar integrado en un equipo, publicar en revistas especializadas y con frecuencia hacerlo en un perfecto inglés técnico. No es fácil estudiar. No es nada fácil llegar a la Universidad, por corriente que eso lo veamos. No lo es diplomarse y luego licenciarse. No lo es doctorarse. Con frecuencia hay que entregar en ello la juventud, de manera que cuando vienes a obtener tu título de doctor o doctora tienes ya una edad en que estás comprometido en un proyecto familiar que a veces dificulta o lastra tu desarrollo profesional. Y cuesta también dinero. Estos golfos han dejado el prestigio de la Universidad hecho unos zorros. Y también el de las titulaciones que se obtienen con ese esfuerzo que estoy relatando. ¡País!

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