Ignacio Rodríguez García

Hidrógeno y calentamiento global

El éxito de estas alternativas requiere no sólo de recursos económicos, sino también de recursos humanos

Aestas alturas todos sabemos que es urgente detener las emisiones de CO2. Lo que parece que no está claro es cómo conseguirlo en todas las situaciones. Así, mientras la introducción de automóviles eléctricos parece estar dando sus primeros pasos, no se dice nada de qué hacer con camiones o barcos. Y es que el peso y capacidad de las baterías actuales apenas alcanza para unos pocos cientos de kilómetros con un vehículo ligero. Por ello, además de la electrificación, es necesario sustituir los combustibles que emiten CO2 por otros que no lo hagan. La combustión del hidrógeno genera sólo agua, lo que lo convierte en casi el único combustible totalmente limpio disponible.

El hidrógeno juega un papel esencial en nuestra vida cotidiana desde que a comienzos del siglo XX se logró fabricar amoniaco a partir de hidrógeno y nitrógeno. Esta invención fue clave para la humanidad, ya que permite preparar fertilizantes agrícolas en cantidad suficiente para atender la demanda de alimentos de un mundo en continuo crecimiento demográfico. En el siglo XXI el hidrógeno volverá a marcar otro hito histórico: la reversión de las emisiones de CO2.

Pero el 96% del hidrógeno se fabrica actualmente a partir de petróleo, gas natural o carbón, en procesos que requieren agua y calor, y además generan CO2. Sólo el 4% restante se produce mediante electrolisis del agua, y aunque el único subproducto es oxígeno, su elevado consumo eléctrico lo hace menos competitivo. La investigación mejorará el proceso gracias a nuevos electrodos y catalizadores. Pero aún sería mejor si se preparase hidrógeno a partir de agua y derivados de biomasa, de modo que el subproducto en vez de oxígeno fuese una sustancia apta para la fabricación de materiales biodegradables. De este modo no sólo no se emitiría CO2, sino que gracias a que las plantas preparan la biomasa a partir del CO2 atmosférico, éste se fijaría en forma de objetos de uso cotidiano. Conseguir este objetivo no será algo inmediato, aunque está siendo investigado por científicos de muchos países, incluyendo algunos en la Universidad de Almería. En cualquier caso, el éxito de estas alternativas requiere no sólo de recursos económicos, sino también de recursos humanos. Se necesitan con urgencia jóvenes con interés por la investigación científica y tecnológica. Como en todos los momentos cruciales de la humanidad, el futuro está en sus manos.

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