Quiero romper una lanza por la comunidad religiosa de fieles; de la que no me considero un acérrimo seguidor, ni un practicante ejemplar; aunque si reconozco que soy creyente y que mi fe no me impide creer en la multiplicación del pan y los peces. También reconozco que a lo largo de los siglos, tanto hemos vivido el anticlericalismo, como fueron verdaderos los excesos religiosos, sobre todo los del Alto Tribunal de la Inquisición. Hubo épocas que el anticlericalismo marco su ritmo y no fueron pocos los heterodoxos que bebieron de las corrientes europeas, despreciando el auténtico himno de nuestra nación, haciendo de la Iglesia una leyenda negra. Una leyenda que puso de manifiesto numerosos enfrentamientos entre Iglesia y Estado, como fue el de los Reyes Católicos con los Papas, o la Casa de Hasburgo; los enfrentamientos de Carlos I con el papa Clemente VII, cuya conciencia se verá agitada por la excomunión lanzada por papa Caraffa contra el Emperador. La aplicación de los decretos de la contrarreforma por parte de Felipe II, ordenando en cierta ocasión al duque de Alba que se arrodillara ante el Pontífice que tanto odiaba a los españoles. Pero ni estos acontecimientos lejanos en el tiempo, ni los ocurridos durante esta pandemia, donde altos cargos eclesiásticos disfrutaron de las vacunas cuando no les correspondia; estos hechos no deberíamos tomarlos como un acicate contra la acción de la Iglesia, que por otra parte cuenta con un historial amplísimo de obras benéficas, como son la atención a emigrantes, desempleados, pasando por Caritas y Manos Unidas en todo el mundo. Por tanto, dicho esto, comprendemos el derecho a la crítica, pero también es cierto que yo recomiendo que se haga desde dos puntos filosóficos: "Filosofía de la religión" y "Filosofía religiosa"; en cuanto al primero, es una rama de la filosofía que estudia la espiritualidad y el sentido transcendente de la existencia del mundo; el segundo ejemplo, hace referencia a la crítica de la sociedad, este término no se empleó hasta el siglo XIX, y apela a la conciencia de la humanidad, los valores que la forman y las expresiones culturales de la misma. Desde estos conceptos, el primero vendría dado por la fe del creyente y el segundo por su actitud social de solidaridad y ética; ¡por cierto! recuerdo la polémica sobre la asignatura de Ética o Religión; que juzgue el lector si no es ético la labor social que hace Iglesia.

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