Desayuno con diamantes

José Fernando Pérez

Jaula de potencia

Hasta 220 kg de máxima, engarzados como zarcillos de plomo en cada extremo de la barra acerada de 20 kg.

5 discos de a 20 por extremo que luego da lugar a la creación bien meditada, la de siempre. No es improvisar, ni llegar a un máximo soñado. Ya hemos tocado techo, fondo y rebotado, lo que antes se convertía en obsesión, ahora es fondo de armario.

Joe Satriani suena a toda potencia. The Extremist bombardea mi cadena de huesecillos y transforma el momento de agarrar, tensar e inspirar en un todo: vencer la gravedad. Levantamiento válido.

Así, machacando repeticiones y kilos. Contradiciendo a Newton con la edad y la perseverancia y dándole finalmente la razón, porque pesar pesan… Y sin embargo mientras sigo algo me acongoja. Algo que no puedo retirar del todo: susto, miedo, faltar a la verdad.

Hay verdades verdaderas, de a medias y a tiempo completo. Imposibles de rebatir. Y luego están las verdades que uno se construye para argumentar y rebatir la mentira.

Lo cierto es que me gustaría que todo fuera tan fácil como levantar 220 kg.

Y sin embargo es tan difícil avanzar, cuando siempre estás justificando que lo que estás haciendo no es malévolo, ni sugiere un plan estratégicamente diseñado para romper un equilibrio falso.

Trabajo y trabajamos, por un bien común, o eso entiendo. Somos un equipo humano, con los defectos de un equipo y las virtudes de la humanidad. Ojalá. 220 kg son incontestables.

La mentira se puede retorcer para hacerla parecer verdad. Sembrar la duda, tergiversar, manipular. Pervertir el argumento, retorciendo y haciendo que la carga de la prueba recaiga en la víctima y no en el actor dañino.

Ojalá el acero de la barra pudiera retorcerse igual que la verdad, pero no se puede, o al menos, no puedo hacerlo.

Sí puedo, entrar en la jaula de potencia, coger la barra, cargarla de discos, y levantarla. Eso es indiscutible y verdadero.

Sí podemos seguir trabajando, consultando. Apoyándonos en la inestimable ayuda que recibimos, mientras sangramos por todos los poros cuando el azote de la mentira, vuelve y vuelve. Ya no saben como zaherir más. Yo no olvido porqué estoy, quién soy y qué soy. Esa es una verdad.

La jaula no miente. Es abierta, aguanta y tolera. Soporta hasta más 400 kg de peso, sin doblarse. La jaula, no acepta jaurías. Te coloca en tu sitio. Devuelve al lugar que te corresponde. Impresiona por lo espartano de su diseño: simple y llanamente, una jaula.

La "jaula", la otra "jaula" donde hemos de demostrar día a día que no nos pervertimos, que tenemos que dar todo; en esa jaula, sí hay jaurías…

Hay dolor, sufrimiento, sangre, puses, fiebre, desdichas, alegrías, mierda y dolor.

Hay sentimientos, agradecimiento, pesares, desprecios…

Vida, y una guadaña que aparece cuando menos lo esperas porque todo es finito, incluso nosotros. Y es difícil, pero se dobla.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios