A dos metros

Ricardo Alba

Jirones de España

Este miserere epidérmico es endémico, es machacón en la estirpe política, además de no ser cierto

Días atrás, el pasado domingo por concretar, en esta España tuya, en esta España mía, en esta España nuestra, en esta España vaya usted a saber de quién (gracias, Cecilia), se conjuntaron una manifestación, una derrotada y una nueva líder morada. Como lo de la cita de protesta bajo el índice de Colón está ya sobradamente contado y como no es educado agregar una puñalada a las asestadas por la militancia socialista andaluza a una interfecta política, la atención se me centra en unas palabras pronunciadas por la electa secretaria general de Unidas Podemos Ione Belarra, también ministra de no sé cuál ministerio. Dijo Belarra en su discurso: "me dejaré la piel". Este miserere epidérmico es endémico, quiero decir que es machacón en la estirpe política, además de no ser cierto. La prueba del nueve es sencilla: si los políticos se dejaran el cutis en el bienestar de sus conciudadanos, o sea, en nosotros, España sería una potencia mundial en la industria de la marroquinería. Y no, no lo es. En España hay mucha piel política como de cuero cocido, férrea, resistente a los rasponazos porque los políticos en general son mártires que se dejan el alma en conservar el cargo, el poder, el escaño, la prebenda en definitiva. La piel, lo que se dice piel o pellejo, como que no. La piel se la deja diariamente en las aceras un popurrí de autónomos asfixiados, empleados temporales en turismo, catalanes sin poder hablar español, parados en la cola, pobres en la cola, colas de humillados del y por el indulto a esos presos, feriantes sin ferias, músicos en silencio, sanitarios en los hospitales, enfermos de ERE's y de ERTE's, desahuciados por imposibilidad de pago, y así de seguido. Estos y otros muchos más que aquí no caben, son jirones de piel, de una piel paralela inservible para la marroquinería de alta costura. Jirones de piel de los de verdad, de los auténticos, de los que se ven en las calles o como las cintas de piel que cuelgan en el campo para ahuyentar las aves. Tiras de piel dejadas en la mar con cada captura diaria. Son jirones de la España a ras de suelo. "Me dejaré la piel" dijo Belarra en su discurso. ¡Pero qué sabrá Belarra y tantas y tantos Belarras de lo que es dejarse la piel! Nada, no saben nada. Lo dicen por exigencias del guión, es un latiguillo más como los 'sostenible' o 'limpio' o 'futurible' que cuelan a modo de relleno porque dan mucho juego sin comprometer a nada.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios