CREO que, como la gran mayoría, no encajé muy bien el fichaje de Juanma Lillo. Sin embargo, porque estamos en estas fechas tan entrañables, y estaba expectante ante el inminente nacimiento de mi ahijado Germanito, yo mismo me impuse una semana de reflexión para pensar las cosas con frialdad antes de valorar la llegada del técnico tolosarra al banquillo rojiblanco.

Hoy, una semana después de su fichaje, ya disfruto con mi ahijado y puede que por eso me sienta más optimista y condescendiente que de costumbre. No lo sé. El caso es que voy a darle mi voto de confianza y todo mi apoyo a un entrenador que estoy convencido va a mejorar los registros de Hugo Sánchez. En realidad creo que es imposible hacerlo peor de lo que lo ha hecho el mejicano en lo que va de temporada.

De hecho, para empezar, Lillo me ha resultado más coherente que el manito en la rueda de prensa de su presentación. No quiso abrir el debate sobre el trabajo de su antecesor en el cargo, valoró la plantilla que tiene, destacó la importancia del partido del domingo ante el Xerez y, sobre todo, dijo una gran frase: "Primero que no está en descenso (el Almería), a ver si por lo menos lo dejo donde estaba y no lo jodo más". Amén.

Yo creo que Lillo está perfectamente capacitado para sacar esto adelante y, es más, creo que la actual plantilla se ajusta más al estilo del técnico vasco que al del pichichi Hugo Sánchez. Por todo esto, y porque creo que se ha labrado su carrera desde los banquillos y realmente es un conocedor del fútbol español, pienso que Lillo puede ser útil al equipo.

El nuevo entrenador rojiblanco, como Unai Emery y Arconada, es un enfermo del fútbol, muy metódico y trabajador. Sólo hace falta que tenga un poco de fortuna en la que puede ser su última oportunidad para reivindicarse en el fútbol español. Yo le deseo la mejor de las suertes, porque su suerte será la nuestra. ¡Feliz 2010!