Manadas recurrentes

Un resultado contrario a la prevención o al rechazo es el de la inducción, el efecto bumerán de la reiteración

Un efecto del todo contrario a la prevención o al rechazo es el de la inducción. De suerte que se reiteran, incrementándose por ello, las situaciones, comportamientos, hábitos o prácticas inaceptables o necesarias de evitar. Cuando el alcance de estos empeños es menor, el efecto bumerán acaso solo quede en un contratiempo porque la voluntad es remolona. Sin embargo, algunas campañas de prevención de embarazos no deseados o del consumo de drogas, con bastante más entidad en su objeto, pueden propiciar conductas animadas por el riesgo o primariamente rebeldes ante la prohibición que late cuando se insta a evitar determinadas prácticas.

Las agresiones sexuales en grupo, a los que se ha puesto el nombre de "manada" por así denominarse las cinco bestias que violaron a una joven de 18 años en las fiestas de San Fermín de 2016, se repiten desde entonces, incluso reiterándose en el caso de Manresa, por más que conciten general indignación o reúnan en público rechazo. Los antihéroes son conocidos en la ficción como contrapunto del heroísmo más legítimo. Pero cuando se trata de malhechores, e incluso de asesinos, el reconocimiento o los eximentes generosos que reciben de algunos dicen no poco de una quiebra social. Algo tiene que ver con ello la "sobrepresencia" mediática de los miembros de estas jaurías y la utilización, como reclamos para la audiencia, de datos biográficos o circunstancias personales. Aunque con distinto tratamiento en función de la procedencia, origen o actividad de los agresores, porque la "corrección política" convierte aquí sus dos términos en una singular contradicción.

A las concepciones de los jóvenes también debe prestarse atención toda vez que, poco tiempo después de la violación de La Manada precursora, una barómetro del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, de la FAD, en 2017, anterior al que acaba de aparecer hace pocos días, concluía que, para los jóvenes de 15 a 29 años, la violencia de género, si bien es un problema social considerado muy grave en nuestro país por el 87% de esa población joven, no deja de entenderse como conducta normal en el seno de una pareja por uno de cada cuatro jóvenes (27,4%). Porcentaje que ha de producir honda preocupación y actuaciones a propósito, sin efectos contraproducentes, ya que en esa normalización aceptada se sostiene buena parte de una perversa comprensión o atenuación.

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