Metafóricamente hablando

Antonia Amate

Pensiones dignas

Había ido al pueblo a hacerle una entrevista, era el cabecilla de los amotinados. Observé sus manos, mientras él, distraído con la conversación, trenzaba esparto; tenía unas manos fuertes, a la vez que delicadas. Le miré detenidamente, mientras él, entrecerrando sus insondables ojos, buceaba en el pasado, a través de alguna invisible ranura que le trasportaba a través del espacio y el tiempo. Recordaba, la primera y única vez que asistió al colegio, fue un curso de primaria donde apenas si aprendió las letras y las operaciones aritméticas más básicas, cuando su padre le reclamó para que le ayudase con el ganado. En este momento se le nota la tristeza en su mirada perdida. Mira hija: "a nosotros nos tocó vivir los tiempos más difíciles, los hijos de los pobres, que éramos casi todos, nacimos ya trabajando…, había hambre, y pasamos muchas necesidades, no había familia que no hubiese perdido uno o dos hijos al poco de nacer: de enfermedad, hambre, miseria…. Todo fue muy, muy difícil……" Después de un corto silencio, cambió su rostro entristecido por una pícara sonrisa, y dijo: "bueno con el tiempo las cosas mejoraron un poco, me casé con la chica más guapa y lista que he conocido, y salimos adelante trabajando los dos en Alemania, criando a nuestros tres hijos. De allí volvimos pronto, echábamos de menos nuestra tierra, la familia,…. No fue difícil encontrar trabajo en España, ella se quedó en casa con los niños, e incluso nos compramos la casa en la que hemos vivido hasta ahora. Lo mejor de todo fue que nuestros hijos pudieron estudiar, los dos mayores: formación profesional, ellos tienen mejor vida que nosotros. Incluso la tercera, llegó a la Universidad, sabe?, es profesora en un Instituto de la capital. Nos sentíamos plenamente satisfechos de lo que habíamos conseguido en la vida". Se le quiebra la voz, visiblemente emocionado. "Lo que nunca pensé es que volvería a pasar frío en invierno, que no podría hacer frente a las necesidades básicas de salud, abrigo o alimentación. Cuando me jubilé, tuvimos que volver al pueblo, con la mínima pensión que me había quedado, después de casi cincuenta años cotizados, la ciudad era cara, ella nunca cotizó en España, no fue posible afrontar tal gasto. La vida en el pueblo es más fácil, y barata, pero con esta decisión, nos alejamos de nuestros hijos, apenas vemos a nuestros nietos. Aquí hemos vuelto a cultivar el huerto, tenemos gallinas, y gracias a ello podemos llegar a fin de mes, de nuevo nos ganamos el pan con el sudor de nuestra frente, el pan de los pobres nunca fue gratís". Se pone el abrigo, la bufanda, y dirigiéndose a mí con una fuerza y determinación insospechada, me dice: " Abríguese bien! hace una primavera muy fresca, y hay que cuidarse". Mientras tanto, saca la pancarta: "Queremos pensiones dignas". Supongo que no necesitará usted mayores explicaciones, señorita.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios