A Son de Mar

Inmaculada Urán / Javier FornieLes

Periodismo y verdad

El debilitamiento del periodismo constituye la principal amenaza para la democracia moderna

Acaba de salir una recopilación de artículos de Arcadi Espada titulada La verdad. En ella se plantean cuestiones importantes como el papel de los medios de comunicación, los límites y los rasgos de sus informaciones o la influencia que la conversión de lo que sucede en un espectáculo tiene en nuestra sociedad y en nuestra conducta.

Los teóricos de la posverdad aseguran que cualquier noticia se impregna de subjetividad y solo existen puntos de vista particulares. Frente a estas afirmaciones, Espada mantiene una postura firme. La verdad no es algo subjetivo, no depende de la intención ni se justifica por el ingenio del escritor; se asienta sobre unos procedimientos y controles que es preciso respetar. Si uno escribe en un diario, los datos deben ser siempre ciertos. Ese es, al menos, el pacto suscrito por el lector y lo que uno espera encontrar cuando accede a una noticia o a los hechos recogidos en una columna de opinión.

Para Espada, las reglas deben ser establecidas con claridad, pues los continuos juegos sobre la verdad y la mentira aumentan sin cesar la confusión y empobrecen nuestro pensamiento. Con internet hemos llegado a un punto en el que cualquier imagen, cualquier audio, permanece bajo sospecha, circunstancia que aprovecha siempre el poder para imponer su control y confundir por medio del ruido y la avalancha de falsas informaciones.

La importancia de los asuntos planteados no parece menor. Para el autor, el debilitamiento del periodismo constituye la principal amenaza de la democracia moderna. Por ello, el periodismo debe volver a pisar un terreno firme para cumplir su misión en vez de intentar competir con internet en busca de lo escandaloso. El problema es que parece una batalla difícil de ganar, en parte porque los propios lectores hemos preferido tontear con los titulares y los videos ingeniosos y hemos dejado al periodismo sin los recursos necesarios.

Para debatir estas cuestiones, La verdad selecciona una colección de casos concretos, conocidos sin duda por los lectores. Impostores, fotos trucadas, falsos documentales y reportajes en los que se miente por apoyar una buena causa van pasando por estas páginas y nos recuerdan la profundidad de la herida. Con ellos, el lector se ve obligado a reflexionar, a revisar con frecuencia sus puntos de vista y a coincidir o a discrepar con el autor.

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