Gracias a la Tele he tenido la oportunidad de observar "de cerca" a las estrellas del firmamento político Europeo. Físicamente he visto de cerca a De Gaulle, a Mitterand y a la reina de Inglaterra. Vivía en Paris cuando De Gaulle "asume" el poder en 1958, salvando a Francia de una guerra civil.

En 1984, mil veteranos del Desembarco visitaron Normandía para celebrar el 40 aniversario. 20 autocares con 20 guías. Yo era uno de los 20.Una experiencia inolvidable. Almorzamos en un pueblo pequeño, casi todos lo son, de la costa. Visitamos la playa en la cual uno de mis veteranos había desembarcado. Un hombre de 60 años lloraba como un niño recordando los compañeros que habían caído en aras de la Democracia. Aquí, ahora, escribiendo estas líneas, mis ojos se nublan y se me hace un nudo en la garganta. En la ceremonia final, mi grupo fue situado a unos 15 metros de la tribuna principal desde la cual, en compañía de la reina de Inglaterra, Mitterand, como buen escritor, la mayoría de los políticos Franceses lo son, lanzó al viento húmedo de Normandía, una frase inolvidable que está estampada en mi espíritu. "vinieron del aire y del mar para vencer o morir" El espíritu de servicio que animaba a los políticos de ese periodo, la lista es larga, Adenahuer, Brandt, Schmidt, Schröeder, (que como gran hombre de estado sacrrifíca su partido por el bien de la patria), Kohl, De Gasperi, De Gaulle, Mitterand, Thatcher, Suarez, quien, no sin riesgo personal, consigue poner a España en la vía "hacia" la Democracia. Esa Democracia Madura que todavía, 35 años más tarde, no hemos sabido desarrollar. Vivimos en una Partitocracia descarada, nuestros líderes no lideran, controlan, subyugan, pervierten el espíritu democrático de la vida política. Los políticos que desean cambiar el mundo los hay pero son pocos. Es necesaria una revolución en la clase política si esta desea sobrevivir. Una revolución que democratice la vida política, que impida los abusos de poder, que inspire el respeto a las reglas de huego, que no sean los "obedientes" los favoritos que se nombren a dedo en ciertas agrupaciones. Cuando el pueblo perciba que a los políticos los motiva el espíritu de servicio será generoso con ellos. La impresión que tiene el pueblo es que impera la filosofía de Zaplana "estoy en política para forrarme". Cuando llegue la explosión que barra los partidos políticos en España será demasiado tarde. Si no les salva un reflejo de supervivencia los partidos serán barridos, como en Italia. El vacío puede ocuparlo cualquier persona con carisma, un "simpático" como Berlusconi.

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