Comunicación (im)perinente

Francisco García Marcos

Sables

Es uno de vértigos de las redes, en apariencia privadas, que sin embargo están expuestas al gran público

El uso de las lenguas contiene huellas digitales sociales. Con independencia de que no siempre sean inmediatas o perceptibles, lo cierto es que informan acerca del origen social de los hablantes, de su formación y procedencia, incluso sobre su misma personalidad. Este es, a grandes rasgos, el fundamento que sustenta la actividad pericial que desarrollan los lingüistas. Sus actuaciones forenses, cada vez más implantadas, son una de las aplicaciones más pujantes de esta ciencia en nuestros días.

Claro que ese tipo de diagnóstico no necesariamente se restringe al ámbito judicial. Tiene un potencial considerablemente más vasto, desde el momento en que, para entendernos, permite establecer retratos-robots característicos de los grupos sociales (o incluso de los individuos) a partir de su manera de usar el lenguaje.

Estos días atrás hemos recibido la segunda entrega del lamentable ruido de sables oxidados que merodea en la actualidad española. Un nuevo chat, el de la IX Promoción de Artillería, ha irrumpido en los noticieros por su apoyo a los cavernarios generales retirados que proponían fusilar a más de media España.

Esta vez no me interesan los contenidos, que reiteran lo ya conocido. Por lo demás, se autodescafilican dada su mendacidad evidente. En cambio, las formas sí han llamado mi atención. Es uno de vértigos de las Redes, en apariencia privadas, que sin embargo están expuestas al gran público. También ha sucedido en esta ocasión, gracias a lo que hemos podido leer directamente los mensajes. El análisis lingüístico de ese chat arroja resultados desalentadores: muy baja estructuración sintáctica, ostensible pobreza de vocabulario, errores continuos en la puntuación y faltas de ortografía muy elementales. Son muestras de escritura pertenecientes a personas de escasa formación, rudeza y limitaciones ostensibles en el manejo de la escritura en su lengua materna.

Lo peor es que el chat está integrado por oficiales y suboficiales, profesionales a quienes se les supone una formación especializada en sus respectivas academias. Como mínimo cabe plantear tres interrogantes: ¿qué clase de formación imparten las fuerzas armadas españolas? ¿en manos de quienes estamos depositando las armas de este país? ¿por qué calla lamentablemente la ministra de Defensa? No es una cuestión baladí, esos oficiales montaraces algún día serán los mandos que dirijan nuestro ejército. Hay mensajes que no pueden, no deben, quedar impunes.

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