Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

Vacaciones en familia

Hay que enseñar desde niños a disfrutar con las cosas pequeñas como, por ejemplo, ver una puesta de sol

Mi infancia y mi juventud están marcadas por las vacaciones de verano que recuerdo con mucho cariño. Siempre era en Chipiona. Allí nos reuníamos mis padres y hermanos con mis tíos y primos. Éramos una gran familia que disfrutaba de las vacaciones compartiendo la casa, el tiempo, juegos, baños, excursiones, y hasta la comida. Ahora las cosas han cambiado. Las familias eligen cada año planes diferentes entre una gran oferta de ocio y cultura y sobre todo muchos viajes, cuando en realidad lo que hace falta es sobre todo escuchar a los hijos y entre todos compartir y encontrar un plan atractivo que guste a todos.

El primer objetivo de las vacaciones es descansar, que no significa no hacer nada, sino cambiar de actividad y hacer todo aquello que hemos pospuesto por falta de tiempo, como dar grandes o pequeños paseos, estar en silencio o escuchar música. También son días para mejorar nuestras relaciones con los demás, visitar a alguien que tenemos en mente, pero nunca encontramos tiempo o reunirse con amigos para arreglar el mundo. Hemos de tener en cuenta que esos días deben ser una oportunidad para fomentar una vida en familia más sosegada, aumentar la comunicación y estrechar los vínculos afectivos. Como durante el curso, bien por tiempo o por distancias, a veces es difícil visitar a la familia: abuelos, primos, tíos… las vacaciones pueden servir para organizar reuniones familiares, incluido los cuñados y "suegras". Además, también pueden hacerse visitas a personas enfermas o más necesitadas.

Lo bueno no tiene por qué ser caro o extravagante. Hay que enseñar desde niños a disfrutar con las cosas pequeñas como, por ejemplo, ver una puesta de sol, tomar un helado, dar un paseo o incluso manejar un tirachinas. No ha de faltar un tiempo para la lectura de algunas novelas de aventuras, biografías o cuentos. De todas formas, no podemos olvidar que, aunque estemos de vacaciones, es importante no perder del todo los hábitos adquiridos durante el invierno. Para eso, conviene establecer un horario cada día, pero con flexibilidad y margen.

No caigamos en el error de que el descanso solo se consigue gastando dinero. Pensemos en «la familia sostenible», aquellas cuyas decisiones de hoy se toman pensando en el futuro sin hipotecarlo. Lo que está claro es que las vacaciones no tienen por qué ser un problema económico y suponen un beneficio para toda la familia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios