Mientras el mundo gira

andrés caparrós

Periodista

Era agosto

Cada país a su manera, en su idioma, todos los seres humanos identificados el mismo sonido que nos universaliza: la risa

Cuando vivimos en vilo; ardorosamente, por obra y desgracia del calor infernal, o por la mano de los pirómanos cuyo cabreo con la vida les lleva a meterle fuego a la naturaleza convirtiéndola en un cuadro inacabable pintado de negro desolación. Era agosto, diremos así que pase el tiempo, cuando estuvimos acosados por incontables peligros para la humanidad entera, en la más grande y más perfecta tormenta. La Tierra era plana como un tablero de ajedrez, y sentados frente a frente, los rivales movían sus piezas con frenesí creciente, temerarios, aguerridos, arrogantes, pirómanos también, cuyas cerillas eran cabezas nucleares innumerables y devastadoras. Era agosto, era el verano de 2022. Amanecíamos, un día sí y el otro también, con el susto de las amenazas, de las bravuconadas de unos y otros: "cinco mil millones de muertos y hambruna en todo el mundo durante décadas"; esa sería la consecuencia de una guerra nuclear entre EEUU y Rusia. En España, la prensa, a las órdenes de quién sabe qué poder oculto, se entretuvo en investigar los segundos que un proyectil nuclear ruso tardaría en hacernos polvo. ¡Maldita la gracia! Pero, entonces...

…nos pusimos en pie de risa para hacerle frente a las guerras. Sacamos de las trincheras los fusiles con carcajada calada y, primero los andaluces, y después todo el gentío terrícola, hizo nuestra la causa y el recurso de la salvación: el chiste. El chiste, para partir de risa a Putin, Biden, Xi Jinping y a las santas madres que los parieron. Cada país a su manera, en su idioma, todos los seres humanos identificados por el mismo don y el mismo sonido que nos universaliza: la risa. Grandes estrategas, generales al mando en las batallas de las redes sociales, El Comandante Lara, Joaquín del Betis, Josele, Santiago Segura, José Mota, Bertín Osborne, Pedro Ruiz... y las legiones de espontáneos anónimos que se convirtieron en héroes populares por el ingenio propagado velozmente en un abrir y cerrar de teléfono móvil.

Y fue así como se cumplió aquella declaración de Rabindranath Tagore:

"...creo que la risa de un niño es más poderosa que el sonido ensordecedor de un bombardeo. Creo que un ideal se cierne sobre El Mundo. El ideal de un paraíso que no es invención imaginativa, sino suprema realidad a la que todo tiende"

Era agosto; era un verano de fuego y mala sombra.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios