Desde mi experiencia

José Miguel Ponce

La industria de la felicidad

Como el deseo de felicidad no tiene limites las ventas de estos libros siguen creciendo

Ser feliz ha dejado de ser un deseo para ser una necesidad, tanto de la persona como de la sociedad. Nos dicen que la felicidad se puede aprender y que depende de la actitud personal. Si fuera tan fácil aprender a ser feliz como hacer un bocadillo, no habría tantos libros de autoayuda con recetas infalibles. He comprobado el auge de este género al hojear un folleto de una gran librería sobre "Libros que inspiran", ya que, bajo los epígrafes de desarrollo personal o psicología positiva, la felicidad está por todas partes.

Hay títulos para todos los gustos. Por ejemplo, Los 88 peldaños de la gente feliz, ni uno más ni uno menos. El autor se centra en "el éxito interior", pues "de nada sirve alcanzar todo el éxito del mundo por fuera si no tienes éxito por dentro".

Sin pretender ofrecer la felicidad para siempre, otro libro nos plantea Sé feliz durante 100 días seguidos. Por lo visto, es el fruto de un movimiento viral de 8 millones de participantes, que ha alumbrado "las 100 mejores propuestas, ideas y frases infalibles que te ayudarán a descubrir la felicidad en cualquier momento y lugar"

Según este tipo de libros, lo importante se reduce a mantener una actitud positiva. Por ejemplo, el libro El optimista que hay en ti, nos asegura "el optimismo está escrito en nuestros genes" y basta desarrollarlo. Eso se hace en poco tiempo, nos asegura la autora de Be happy, que pretende levantar nuestro humor con cosas sencillas que podemos hacer para ser más felices. Más fácil todavía, según el libro: Tan solo… respira, resulta que a través de la respiración "podemos gestionar las emociones, cambiar estados de ánimo, mejorar nuestras relaciones personales, conseguir lo que nos proponemos…".

Como se puede apreciar, la felicidad se ha convertido en una especie de religión en la que las normas se reducen a sustituir la fe en la salvación por la fe en la autorrealización personal. De esta manera, pueden aparecer hipocondríacos emocionales en constante autoexamen. Como el deseo de felicidad no tiene limites las ventas de estos libros siguen creciendo.

Esta obsesión por convertir la felicidad en un objetivo único hace olvidar que la felicidad es consecuencia de hacer otras cosas que dan sentido a la vida. Acciones que, en buena parte, tienen más que ver con ayudar a otros que con tomarse el pulso emocional.

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