El jardín de las estatuas

Gracias a la generosidad de Cuéllar, nos hemos propuesto materializar un esplendoroso jardín-gliptoteca

Casi desde su origen, las esculturas griegas clásicas, por su búsqueda de la perfección y su idealizada belleza realista fueron admiradas y copiadas de continuo. El imperio romano sistematizó el copiado en piedra de originales griegos, tanto de bronce como de mármol. Muchas esculturas perdidas del gran período clásico y helenístico se conocen tan solo por las copias que hicieron los artistas del imperio. En el mundo moderno europeo, desde el inicio del Renacimiento, el estudio y vaciado de estos originales o copias, instauró un sistema de aprendizaje en academias, talleres y escuelas, basado en la veneración del mundo clásico antiguo. Durante el siglo XIX, al igual que se había hecho en centurias precedentes para nutrir a las academias, se hicieron moldes a las piezas originales griegas y romanas, de los que se sacaron múltiples copias en escayola para crear museos de reproducciones por toda Europa. Estas escayolas, de una calidad extraordinaria, son copias facsímiles de sus originales pétreos o broncíneos. En España, el Museo de Reproducciones, instalado en el Casón del Buen Retiro madrileño -lugar al que iban los jóvenes estudiantes de Bellas Artes a practicar el dibujo de estatua- fue desmantelado en los sesenta. Sus escayolas, de un valor patrimonial e histórico inmenso, están hoy hacinadas -en muy mal estado y algunas rotas- en los sótanos del Museo del Traje, un horrible edificio en el campus de la Complutense. Hace poco estos fondos se adscribieron a los del Museo de Escultura de Valladolid, donde se ha dedicado una sala a las piezas mejor conservadas, pero a todas luces muy insuficiente. Puede decirse que, mientras que otros países veneran sus copias clásicas -véase el caso del Victoria &Albert londinense- en España, las gipsotecas y gliptotecas son totalmente inexistentes. En la Ciudad de la Cultura de Olula del Río, gracias a la generosidad de Cuéllar, nos hemos propuesto materializar un esplendoroso jardín-gliptoteca que sirva a las nuevas generaciones de estudiantes. Para ello estamos escaneando las escayolas decimonónicas y Diego Martínez Cano ha puesto a nuestra disposición, altruistamente, sus mármoles, sus pantógrafos y sus artesanos. Ya lucen esplendorosos el Doríforo y el Diadúmeno de Policleto, la Venus de Milo y varias más. En total serán veintitrés copias exactas a los originales. Un sueño maravilloso, un lugar para el deleite y la contemplación ensimismada de la belleza, que pronto culminaremos.

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