Utopías posibles

Eso lo lleva mi mujer

Cuando en un centro educativo se organizan a menudo actividades con familias, el sesgo de género surge enseguida

Yluego dicen que lo de la perspectiva de género, el feminismo y el ministerio de igualdad son invenciones de perroflautas, comunistas y otras gentes de mal vivir. No falla. Da igual el tema por el que llamemos a las familias desde la escuela: para recoger a los hijos, para consultar algo, para comunicar algún conflicto de convivencia, referente a las clases o a las actividades complementarias o extraescolares que organizamos. La respuesta, cuando es un varón quien levanta el teléfono, es casi siempre: “hable con mi mujer, estos temas los lleva ella”. Esta es la respuesta que obtenemos 9 de cada 10 veces. Ha habido ocasiones en que estas llamadas se referían a situaciones graves o expulsiones. Da igual. Misma respuesta. El colmo ha sido en la reciente matriculación de Secundaria, estos últimos días. Llamamos a un padre de otra nacionalidad (de tradición católica e hispanohablante, para que no saquen ustedes conclusiones precipitadas), residente en España, para comunicarle que su hijo ha sido admitido, dándole las instrucciones de lo que tiene que hacer... Y al día siguiente nos llama la madre del alumno desde más allá del Atlántico, con un desfase horario de ocho horas, para que le expliquemos lo que tiene que hacer. El padre, casualmente, como en el 90% de los casos, debemos suponer que es un inútil. Cuando en un centro educativo se organizan a menudo actividades con familias, el sesgo de género surge enseguida. Cuando se trata de actividades de ayuda, de participación directa en el aula, o más relacionadas con el ‘voluntariado”, el 95% de quienes asisten son las madres. Sin embargo, la proporción desciende enormemente cuando se les invita a contar o hacer actividades relacionadas con su profesión, ya sea informática, cante flamenco, agricultura...

Podemos seguir mirando hacia otro lado, podemos intentar negar lo evidente, pero la realidad se impone y se seguirá imponiendo con su propio peso: las madres, a criar (que para eso han parido) y los padres a traer dinero a casa y tener una buena carrera profesional, sí es posible. Podemos elegir si seguimos denunciando estas situaciones, poniéndolas encima de la mesa, reflexionando sobre ellas y buscando posibles soluciones... O si preferimos cerrarnos hacia cualquier debate, negando la realidad. Hablemos de ellos, mientras nos dejen. Luchemos para que nos sigan dejando. La campaña electoral es un excelente momento para plantearnos las cosas.

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