Como Entramos ya en el nuevo año y la capacidad de asombro encuentra motivos para desbordarse. En la política española ya no causan sonrojo algunas aberraciones democráticas, son una forma de actuación al margen de la legalidad y el decoro que bate records de cinismo y desvergüenza. Las manifiestas manipulaciones del CIS a cargo de un militante socialista muy bien retribuido por sus hilvanadas maniobras demoscópicas podrían rozar la prevaricación y en todo caso el límite de la legalidad. El ínclito pesebrista que se apellida Tezanos no desfallece en su servidumbre al partido y con mayor entusiasmo a Sánchez. Poco le importa aquella reputación como sociólogo, ese capital humano lo ha arrojado ante las alfombras del poder. Y también el mínimo respeto a su propia trayectoria que ahora cotiza a la par que las purinas de un cebadero de cerdos. Lo que irrita al extremo es que esta desviación manifiesta de la rectitud y neutralidad debida en la dirección de un organismo público, la hayan de soportar el conjunto de los españoles a quienes Tezanos debiera estar obligado a ofrecer la realidad científica, o lo más semejante a ella. Resulta evidente a estas alturas que el Presidente del CIS no se ve obligado más que a Pedro Sánchez y al partido donde milita con cargo en su ejecutiva. Conoce bien que semejante arbitrariedad en cualquier otro país de Europa comportaría severas responsabilidades por cuanto "amañar" la opinión pública mediante la técnica de crear artificiosamente un estado de opinión previo sería motivo de cese o dimisión. Tales maniobras tantas veces repetidas son altamente perjudiciales para la salud democrática por cuanto podrían desviar la orientación de millones de votos en unas elecciones y de este modo alterar premeditadamente la base misma de la democracia. Sin embargo, en su indeclinable servidumbre Tezanos ya está calificado como lo que realmente es según su comportamiento. El más reciente de sus fracasos referidos a encuestas sobre intención de voto tuvo la mayor resonancia en las pasadas elecciones a la Comunidad de Madrid donde la lista encabezada por Isabel Diaz Ayuso (PP) alcanzó mucho más votos que todas la listas de los partidos de izquierdas, incluido el PSOE. Pocos días antes, el CIS tronaba con una encuesta anunciando la victoria del PSOE. Tezanos no pudo lucir el traje preparado para celebrar aquella supuesta victoria, el pobre Gabilondo hubo de acudir a un hospital aquejado de arritmia cardíaca y Sánchez se ocultó durante semanas en algún escondrijo de la Moncloa. Ahora repite técnica en Castilla León manoseando encuestas y buscando resarcirse de aquel fracaso , alguna vez habrá de acertar por la regla de probabilidades. Pero sus vaticinios carecen de crédito y es posible que tampoco pueda celebrar la anunciada victoria del PSOE que anuncia el CIS. Todas las demás encuestas sobre intención de voto en las próximas elecciones del 13 de febrero pronostican una victoria del PP frente al fulgor triunfalista del CIS de Tezanos. El CIS es un organismo que acapara muchos años de buenas referencias, sus sucesivos presidentes han procurado que sus encuestas, estudios e investigaciones sociológicas fueran una guía fiable de la sociedad española. Los profesionales de la demoscopia han podido confiar en la fiabilidad del CIS como Organismo neutral donde muy buenos profesionales han ofrecido los datos sin atisbo de partidismo, menos aún servidumbre a ningún otro poder que no fuera la sociedad de la que nutre sus presupuestos. Esta aciaga etapa presidida por un militante y activista político ha descreditado el trabajo de funcionarios y académicos a quienes no se puede reprochar la actitud personalista y sectaria de Tezanos. Con ser grave todo lo anterior lo más insólito ha sido el descaro con el que un astuto aventurero de la política que en su día fuera Vicepresidente del Gobierno, haya tenido acceso a los datos de esta encuesta del CIS cuando aún no se había hecho pública. Tal es la sensación poderío e impunidad con se mueven determinados actores políticos que sin rubor alguno manejó los datos del CIS en las redes sociales a sabiendas que aún no se habían publicado. ¿Qué autoridad se arroga Pablo Iglesias para acceder a unos datos que son estrictamente reservados a su legítimo destinatario que es el pueblo español? ¿Con que autoridad se cubre Tezanos para facilitar acceso a una encuesta pagada con dinero público a un particular y activista mediático y político? ¿habrá un fiscal que de manera cierta ejerza de acusación pública y trate de averiguar lo acontecido al respecto. Hasta que no se corrijan estos comportamientos que atentan contra las más elementales normas democráticas, los excesos, prevaricaciones y diversos modos de corrupción seguirán avanzando y contaminando la vida pública hasta hacer un país poco soportable para quienes defienden la pulcritud de los valores democráticos. Tezanos se siente impune para manejar a su antojo un organismo que debiera responder a los intereses públicos. Mas allá de los chistes en redes sociales y las críticas en medios de comunicación, él se afirma en su seguridad porque no se le exige el cumplimiento estricto de sus obligaciones por ningún otro Organismo del Estado ni tampoco por la administración de justicia. La sociedad civil no ha desarrollado en España los mecanismos correctores que pudieran ser eficaces ante las desviaciones de los servidores públicos. En países cercanos como el Reino Unido, se pueden ver las recciones contra el Primer Ministro, Boris Jhonson, por haber actuado poco ejemplarmente durante el periodo de luto por el fallecimiento del esposo de la Reina Isabel II. El repudio público es tal que hasta miembros de su propio partido le están exigiendo la dimisión. Inglaterra es un acreditado país plenamente democrático. España , según se observa, la democracia no ha arraigado en su base social como muestra la escasa exigencia de rectitud a los altos funcionarios y cargos electos que han de resolver asuntos que afectan directamente a la ciudadanía. Algunos de ellos, sin referencias éticas sobre la responsabilidad cívica, encuentran campo libre a sus arbitrariedades y desviaciones. Es muy posible que Tezanos continúe impertérrito en su labor, pero en algún momento le alcanzarán las ondas de este revuelo escandaloso que él ha propiciado. Resulta deprimente que estos turbios manejos queden engullidos en el foso de resignación que la sociedad española acepta con cierta negligencia. De momento, es triste reconocerlo, la partida es favorable a quienes entienden la función pública y la política como una vía de enriquecimiento rápido envuelta en el celofán de un cargo público con presupuesto a su alcance. También a quienes desde la servidumbre política están dispuestos a manejar a conveniencia los asuntos públicos. A todos aquellos que no han entendido la democracia, su grandeza y exigencias, sus virtudes y sus límites en el objetivo de una sociedad más libre y más justa.

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