El sexo no es el coco

Bien está que el sexo no sea el coco y que se lleve a cabo la educación sexual, pero exenta de ideología y de verdura

Hacer declaraciones informales no quiere decir que sean resultado de la desinhibición; del mismo modo que la campechanía, la sencillez, no ha de estar reñida con la prudencia. Por eso puede comprenderse que el papa diga: "El sexo no es el coco", en su encuentro con los periodistas durante el largo vuelo de regreso de Panamá a Roma. No es el coco, entonces, sino "el don de Dios para amar", afirma el papa Francisco, a la vez que justifica la necesidad de una educación sexual objetiva, sin "colonización ideológica". Resulta ideal que tal educación, aunque no siempre sea posible, comience en casa. En la escuela, también refiere el papa, puede haber problemas con la calidad de la docencia y de las actividades: "Hay cosas que ayudan a madurar y hay cosas que hacen daño"; sin que falte, añade Francisco, alguna "verdura" en esta materia.

"Profundizaremos en la relación existente entre el nacimiento y las relaciones afectivas de las personas, entre las diferentes eróticas (homoerótica, heteroerótica, bierótica) y con el mismo compromiso adquirido (un hijo, una hija es fruto del deseo, y en ocasiones de un proyecto común)". Así se describe una actividad prevista para alumnado de Educación Infantil (0-6 años indica la ficha), en el Programa de coeducación Skolake, Creciendo en Igualdad, del Gobierno de Navarra. Para los alumnos de 6 a 9 años, otra actividad finaliza "planteando a la persona que más cerca tenemos dónde nos gustaría que nos diera un masaje o hiciera cosquillas, y luego devolveremos ese deseo a nuestra compañera o compañero". En el caso del alumnado entre 9 y 12 años de edad, se anima "a que cada cual, en su hogar, en la intimidad, observen sus genitales y los comparen con las imágenes con las que han trabajado". De 12 a 16 años: "Nos damos un masaje en la parte del cuerpo que yo solicito, además de verbalizar dónde no me gustaría que me lo dieran". Ya con los mayores, de 16 a 18 años, para fomentar relaciones sexuales saludables, se pretende que el alumnado "conozca su cuerpo y cómo funciona ante estímulos sexuales"; de manera que una actividad consiste en puntuar, de 0 a 10, un listado de las partes del cuerpo, incluidos los genitales, y "animar al alumnado a que compartan sus puntuaciones".

Bien está, por ello, que el sexo no sea el coco, que la educación sexual deba formar parte del currículo escolar, pero, sobre todo, rebajada de ideología y de verdura.

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