Se nos ha pasado la mitad de agosto sin darnos cuenta. Entre al calor atmosférico y el político han pasado los días en un suspiro y encaramos la segunda quincena con un futuro incierto: ¿Se formará gobierno? ¿De quién y cómo? ¿Habrá nuevas elecciones? ¿Volveremos a tener olas de calor? Demasiada incertidumbre para estos tiempos de encefalograma plano. ¡Mucho arroz para tan poco pollo!

Yo, para desconectar, he hecho un pequeño viaje por la Andalucía interior, evitando los tópicos turísticos, las aglomeraciones costeras abarrotadas de sombrillas, bronceador y chiringuitos, y me he ido de cuevas, de las cuales, afortunadamente, tenemos muchas y muy interesantes. Voy a recomendarles la de Ardales, donde pueden disfrutar de unas pinturas y gravados prehistóricos que son, simplemente, espectaculares, sin menospreciar las impresionantes formas que el agua y el tiempo han modelado en el interior de la Tierra.

Esta monotonía canicular se ha visto alterada con el gesto valiente de Amaral enseñando sus tetas en un concierto; y a la caverna reaccionaria le ha faltado tiempo para salir en tromba a criticarlo. Estoy harto de ver torsos masculinos, con tripas cerveceras repletas de lorzas, exhibiéndose sin la menor crítica al respecto, en un alarde de doble rasero que califica inmediatamente a esos “guardianes de la moral” como tontos de capirote.

Hace tiempo que en las playas se ganó la batalla de los pectorales. Atrás quedaron los años grises y mojigatos con la irrupción del bikini, el cual consiguió imponerse al bañador monjil de cuello vuelto. Y de forma natural el formato de dos piezas fue entrando en crisis por el agravio comparativo con la vestimenta masculina. Hoy es habitual ver en las playas mujeres disfrutando del Sol en sus pechos.

Esta vez ha sido Amaral la que ha dado un paso adelante. Otras mujeres lo hicieron anteriormente, como Rocío Ruíz en su reciente concierto en Murcia o Rigoberta con su canción para el concurso de Eurovisión de 2022; la catalana creó una letra inteligente con juego de palabras y referencias vitales, defendiendo el derecho de las mujeres a enseñar sus pechos sin tapujos, como algo natural y lleno de belleza, y eso mismo ha sido capaz de trasladarlo en la puesta en escena que realiza en sus conciertos.

Porque las chicas están que se salen, cada día más, y no están dispuestas a someterse a viejas costumbres, a que las releguen a un papel secundario o subordinado. Nuestras compañeras han tomado conciencia de que como seres humanos tienen derecho a ser tratadas con igualdad, en las mismas condiciones que los hombres. Ánimo y adelante.¡Y al que no le guste, que se rasque!

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