Tribuna

Jorge Caparrós

Abogado

Carroña en la crisis

Dicho de otra forma, comprábamos carne en mal estado que nos vendían especiada para que pareciese buena y no notásemos el olor

Carroña en la crisis Carroña en la crisis

Carroña en la crisis

E N el corazón de ese animal furioso llamado crisis se encuentra el corazón del mismo. Conocido en términos bancarios como CDO. Siglas que conducen a un término un tanto difuso que podría traducirse como Obligación de Deuda Colaterizada. Estas simpáticas siglas son en realidad cajas de productos que incluyen varias emisiones de deuda distinta, pero que pueden comercializarse por tramos o bien como un solo producto de renta fija. Dicho de otro modo, convertía las hipotecas por ejemplo en un valor de mercado en el que poder invertir. Veréis las deudas hipotecarias se clasifican desde AAA, o rentas con un mínimo riesgo de incumplimiento de pago, hasta BB, siendo estás las que más probabilidades tenían de llegar a un incumplimiento. Durante los años predecesores al estallido de la burbuja, se llegaron a generar paquetes BBB, es decir el banco concedía hipotecas a personas, que con toda seguridad producirían un incumplimiento de la misma, generando por tanto intereses de demora. El problema aquí está en que en un principio los paquetes CDO, que se vendían en el mercado de valores, lo hacían agrupando en los paquetes hipotecas de la misma clase. Es decir existían CDO repletos de AAA, otros con AA y BB, habiendo incluso de BBB. Obviamente esto genera un conflicto pues ¿cómo se hace para que los inversores compren acciones de un paquete CDO con un alto riesgo de impago por parte de los contratantes de hipoteca? La clave estuvo en empezar a fusionar en un mismo paquete hipotecas Triple A con Triple B, existiendo un mayor porcentaje de estas últimas dentro de cada paquete. Pues en esos tiempos las hipotecas basura eran las que más se ofrecían. Esto provocó que, puesto que el mercado inmobiliario era el más seguro para invertir ya que estaba en auge, muchos inversores compraran acciones de paquetes CDO, creyendo que compraban de calidad Triple A, cuando en realidad estaba lleno de basura BBB. Dicho de otra forma, comprábamos carne en mal estado que nos vendían especiada para que pareciese buena y no notásemos el olor. Efectivamente comenzamos a sobrealimentar nuestra economía con hipotecas basura y con el dinero de miles y miles de inversores, siendo optimista, que sólo inflaron a un animal peligroso hasta que el mismo tuvo fuerzas para salir y atacar a todos de forma imparable (o casi todos). En esencia sí, los bancos tuvieron la culpa de la crisis económica, pues durante años se dedicaron a vender productos de forma fraudulenta a los inversores, a sabiendas de que con escasos conocimientos en economía se podía deducir a donde llevaría la inversión en hipotecas basura. Por ello precisamente existió la "cláusula suelo", y es la razón por la que mi artículo se llama "carroña en la crisis". Debido a que la cláusula suelo no es más que aguantar en la carroña de una crisis calculada que se avecinaba, y que dio lugar al establecimiento de un mínimo en un interés variable, que cuando se planteaba parecía absurdo para lso ojos del ciudadano medio, pero que para cualquiera con conocimientos de las tergiversaciones bancarias que se estaban realizando, era lógico. En 2007 el interés bajó a un 1,47 aproximadamente, por debajo de la gran mayoría de mínimos que acordaban con contratos hipotecarios los bancos. El tema aquí está en que los bancos se defendieron diciendo que la cláusula, como tal, está clara (hay un mínimo que nosotros cobramos) y que se firmaron los contratos con esa cláusula a la vista de cualquier persona que quisiese adquirir el producto. Y sí vale, hasta ahí es cierto… Dudo que fuese algo que ocupase más de 20 segundos de explicación, puesto que no era lógico que contratando un interés variable, existiesen unos topes. Aquí es donde reside el conflicto indefendible, en el propio concepto "variable". Imagino que (a pesar de ser ellos los que crean conceptos y que pudieron llamarlo interés de parámetros y explicar que es un interés entre dos límites evitando la palabra variable en un sentido común) era muy interesante para un banco firmar un contrato con interés variable cuando el interés no dejaba de subir y subir porque todo nos iba genial. Claro, ahí era estúpido poner un límite (salvo uno ridículamente alto), pero sí debajo, asegurándose que cuando llegase la crisis que ellos conocían, durante unos años siguiesen viviendo de la carroña que habían dejado.

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