Dosis de dopamina en tiempos de COVID-19

La normalidad sigue esperando un rescate, vive presa y alejada de nuestro mundo.

Las noticias siguen la trayectoria de un virus que está haciendo mucho daño, dejando vacíos y cambiando toda nuestra cotidianidad.

Vivimos esperando un milagro envuelto y dibujado en vacuna que nos devuelva las ganas de vivir, de soñar y de volver a sentir como la vida rescata a su fiel amiga, la normalidad.

Nuestros cerebros siguen confinados, recubiertos de miedos y muchas veces perdidos de sueños y esperanza.

En el cerebro viven nuestras mejores vacunas para poder luchar contra la desesperación, la depresión y la apatía.

Los ojos son casi siempre nuestros mejores espejos, los escaparates donde podemos visualizar la pureza, la nobleza y la verdad que se esconde en nuestro interior.

El cerebro es el jefe que conecta todo nuestro yo, viste nuestras miradas y maquilla nuestro rostro con su mejor color.

El cerebro es el órgano más complejo, su interior es un mundo habitado y su función es controlar todas las funciones de nuestro cuerpo. La COVID-19 ha asustado a nuestro cerebro, lo ha dejado ingresado esperando un impulso, un tirón de fuerza. Todos necesitamos una buen dosis de dopamina, que se distribuya de forma uniforme en nuestro cerebro y lleve a cabo diferentes funciones, pero en especial que nos ayude a tener energía para poder vencer el miedo que produce este tiempo COVID en nuestras vidas.

Tenemos y debemos generar dopamina de forma natural que nos ayude a tener la fuerza necesaria para poder vivir, sentir y para saber que estamos vivos y que debemos continuar luchando.

Escuchar buena música genera dopamina y nos alivia la mente sanando nuestro espíritu. Gracias a la música podemos soñar, viajar a diferentes momentos de nuestra vida formateando todo nuestro interior.

Practicando la gratitud generamos dopamina. Estamos viviendo un tiempo que ahora más que nunca tenemos que despertar y saber que estamos en un mundo de paso. Ayudarnos los unos a los otros, ofrecer compañía y tender la mano de la esperanza sin esperar nada a cambio, son los mejores aliados para producir dopamina.

Vivir haciendo el bien es la mejor medicina para sentir como la dopamina vive en nuestro interior.

También generamos dopamina disfrutando de los pequeños placeres de la vida. Realizar cada día un plan diferente, saborear el instante y disfrutar de lo bueno que tenemos a nuestro alrededor, son pautas suficientes para que la dopamina se sienta feliz y comience su función.

Marcarse objetivos es también fuente de dopamina. Dibujar un objetivo, colorear su sentido y perseguir pequeñas metas son eslabones que producen dopamina, beneficiando nuestra existencia y generando felicidad en nuestro interior y a nuestro alrededor.

Durante este tiempo estamos teniendo problemas de insomnio, las noches se convierten en eternas vigilias. El corazón y la mente están perdidos buscando caminos de esperanza cargados de luz.

La dopamina juega un papel muy importante en la regulación de nuestro sueño, de nuestro bienestar

Pero, sobre todo, el mejor antídoto para generar dopamina es volver a sacar a ese niño que todos llevamos dentro. Dejarnos sorprender por todo, arriesgarse a tener aventuras, jugar, contemplar una puesta de sol, bañarse en el mar, sacar esas antiguas cintas de casete , poner esas películas que nos sorprendieron, dar un paseo, etc…..

Termino este articulo recordando esta cita de Ramón y Cajal: "Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro ". Vamos a ser escultores de alegría, vamos a sentir como la dopamina nos hace felices, contagiando a los demás esa felicidad y alegría que ahora más que nunca debemos producir y sentir en nuestras vidas.