Tribuna

José Manuel Bretones

Periodista en la Dirección de Comunicación en Cajamar

Equis

El mérito de "Equis" era publicar durante años un artículo de opinión diario sobre una ciudad en la "que nunca pasaba nada" y de la que él extraía siempre una gota de análisis evocador, medido y generador de soluciones

Equis Equis

Equis

Cuando tenía trece o catorce años y pillaba el periódico en mi casa me gustaba leer, cómo no, las noticias del deporte, los sucesos y un artículo de opinión que se publicaba con una misteriosa firma: "Equis". ¿Quién sería aquél "Equis" que tan bien escribía y tanto sabía de las cosas que pasaban en Almería? ¿Quién habría detrás? Porque de "Equis" no salía foto alguna, ni apellidos, ni referencias de su edad. Esa "Equis" otorgaba una aureola de secreto bajo un pseudónimo casi detectivesco, donde -no como ahora- primaba el contenido antes que el rostro del autor. "Equis", como el empate de los partidos de fútbol en las quinielas, evocaba equidad, juicio sosegado de la actualidad de las cosas, espinas y rosas al mismo tiempo.

El mérito de "Equis" era publicar durante años un artículo de opinión diario sobre una ciudad en la "que nunca pasaba nada" y de la que él extraía siempre una gota de análisis evocador, medido y generador de soluciones. Un solar sucio, un bordillo roto o una papelera torcida hacía brotar en "Equis" un flujo periodístico impensable en otros autores, antes y ahora. Inventó el periodismo ciudadano, donde tenía más lectores la denuncia de un bache rompe piernas que el discurso de un político con flechas. Sabía de urbanismo, de Semana Santa, de los pueblos, de los dirigentes y, claro, de deportes. Aunque se trataba de un artículo de información general, era evidente que "Equis" dominaba la información de innumerables actividades deportivas. Su lenguaje rico y culto así lo demostraba. Con el tiempo, el "Equis" de "Bajo al Manzanillo" siguió siendo el "Equis" de "Perfil del día" o "Almería nuestra". La sección se adaptaba a los tiempos, pero el autor seguía rastreando con lupa la actualidad de la ciudad como el auténtico periodista de calle. "Equis" caminaba y sólo con lo que veía le iban brotando sus artículos; tantos, como hojas caídas del otoño.

Cuando, en 1982, empecé con esa vocación trasgresora del periodismo por fin descifré que la misteriosa "Equis" correspondía a Manuel Román González. Un periodista fraguado a fuerza de horas y horas de Olivetti y miles de kilómetros por las aceras. Román era "Equis" y "Eme Erre", pero también era un ciudadano modélico, un cristiano casi mártir y ante todo un periodista honrado.

No tuve la suerte de trabajar con él, pero antes de su jubilación -y por firmar en medios distintos- activó mi gusanillo en la lucha por la exclusiva "semana santera", cuestión complicada porque mi ídolo, "Equis", sin levantar el teléfono ya sabía de cofradías y hermandades más que el propio obispo.

Luego, ya en el año 2001, fue un auténtico valedor para que rebuscara en legajos y papeles amarillentos para editar el libro de los 70 primeros años de la Asociación de la Prensa, una historia que vivió y sufrió como pocos, ya que ocupó distintas responsabilidades durante más de medio siglo. Era de justicia que redactara la introducción de la obra. Manolo Román González, "Equis", ha muerto. Con él desaparece un modelo en el periodismo provincial, pero deja un legado de líneas, titulares y reportajes callejeros que pocos podrán ni siquiera igualarlo; ya está tardando el Ayuntamiento en ponerle su nombre al de una calle. En el Cielo, desde adolescente, ya da nombre a una avenida. "Equis", cuídanos desde arriba a los que, aquí abajo, todavía podemos escribir bajo la sombra de tu "Manzanillo".

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