Tribuna

Bárbara Martínez Reche

Escritora

La otra Feria

Mi casa queda ahí y hacen lo que quieren con ella, muda testigo de esa otra feria que, luego me cuenta con sus cristales sucios, su zócalo roto, su calle sucia, pero que me recibe contenta cuando vuelvo

La otra Feria La otra Feria

La otra Feria

Cómo puede haber otra feria en el mismo pueblo? Pues sí, la hay y, muy diferente. Todo empieza en esta casa, situada en la plaza que da, además, a dos calles más. Me remonto a otros tiempos, hace ya muchos lustros. La feria rompía la monotonía de todo el año. Montaban la caseta de los churros en nuestra calle,(calle Huertos). ¡Cuántos churros no comeríamos y… de balde! Los churreros no sabían cómo agradecer a la familia todo lo que se hacía por ellos. La música, sí, venía una banda de Vélez Blanco que tocaba en medio de la plaza. Los músicos se repartían entre las familias del pueblo y mi abuelo siempre acogía a uno. Todo el pueblo sostenía a esa banda. Tocaba a mediodía, luego por la tarde noche. Entonces empezaba el baile; valses, pasodobles, música clásica que, se bailaba como se podía…Algunas parejas, tan entusiasmadas estaban bailando su vals que acababan cayéndose de la plaza. Sí, cayéndose, pues la plaza estaba en alto. La música no duraba hasta muy entrada la noche, porque ya hacía frío en septiembre y, si para colmo caía un chaparrón…se acabó. A otra mañana nos despertaba el pasacalles. Todos felices íbamos detrás de la banda. Eran unas fiestas de ensueño para los habitantes de esa casa. Para ellos era " la otra feria". Los tiempos fueron cambiando. Pusieron un tablao en la plaza. Vinieron orquestas. La música ya era más estridente. Los instrumento más potentes. Los altavoces, también, hasta el punto que vibraba la casa. Recuerdo que, "el mudo" cuando entraba a la casa podía seguir el ritmo por la vibración que sentía. Corren los años; escenario más grande, la orquesta más grande, los altavoces más potentes…la plaza se queda pequeña… En la casa no se puede hablar. No nos escuchamos. Bueno, todavía la música no termina muy tarde o muy temprano: a las tres o las cuatro de la mañana. Se puede descansar algo. Pero…hay que dar el triple salto mortal, atraer a más gente al pueblo… Montan un chiringuito que coge toda la calle lateral. Delante de la casa, parte de la fachada la ocupan la barra y el escenario, separado un metro de la casa. Tenemos libre la puerta y una ventana para ver. La música dura hasta las siete de la mañana. Mi padre se monta su dormitorio en la cámara, pero…gran invento…Su alegría duró poco tiempo. Un año, empieza a oír por la rambla otra música "…la cabra, la cabra, la puta de la cabra, la madre que la parió, yo tenía una cabra que se llamaba Asunción…" así rezaba la canción. Ni por delante, ni por detrás se podía dormir. Esto se va perfeccionando: música en el escenario de 11 a 7 de la mañana, a las siete sigue la de detrás de la casa, a mediodía, feria de mediodía con música en el chiringuito… Eso sí, se podía desayunar con tranquilidad, sin ruidos… Las ventanas cerradas, sin poder abrir sobre todo las de la pared lateral, aunque te asfixiaras, porque entraba el humo y la grasa de la plancha del chiringuito. ¡Ah! Cuando había un descanso de la orquesta, subían la música de las atracciones. Eso, por si se nos olvidaba que estábamos en "la otra feria".

Durante todo el año el centro del pueblo se mantiene gracias a los que allí vivimos.¡ Menos mal! Una lucecica en esa casa…la panadería…otra lucecica en la otra …Unicaja…la tienda… Se va manteniendo, pero llega la feria y…no existimos. Te plantan el escenario, te cogen la calle…Todo , como si no existieras. Cuando empiezan las fiestas y está toda la gente sentada en sus mesas, tú tienes que salir: perdón, perdón, " estorbo, pero existo..." La feria, " la otra feria", empieza unos días antes con los preparativos, luego tiene sus 4 ó 5 días, el climax de la feria y, después unos días para desmantelar todo lo que se ha puesto.

¿Se han preguntado alguna vez por nuestros derechos? ¿Nuestros derechos no son como los de los demás? ¿ Se han preguntado si hay niños, bebés, ancianos o enfermos? ¿Si es conveniente seguir con una feria aquí con tantísimo ruido si se pudiera llevar a otro lugar? ¿ A alguien del pueblo le gustaría vivir " la otra feria"? Porque, a nosotros, sí que nos gustaría vivir la feria que más del 90% de los habitantes de Chirivel viven. Estoy cansada, harta de que no se mueva la conciencia de los que sólo buscan un beneficio fácil y masificado. Sí, estoy harta y quiero tener la libertad por lo menos de manifestarlo. Harta, tan harta que, mientras esto siga y siga y, yo pueda, me iré fuera, harta de vivir "la otra feria" que, estoy segura a pocos les gustaría vivir. Mientras, mi casa queda ahí y hacen lo que quieren con ella, muda testigo de esa otra feria que, luego me cuenta con sus cristales sucios, su fachada triste, su zócalo roto, su calle manchada y sucia, pero que aún me recibe contenta cuando vuelvo.

Y me dice, con reproche, desde lo más profundo de su alma: " vaya Bárbara, ya te has perdido "la otra feria" otro año más.

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