Tribuna

Rubén san Isidoro Martínez

Periodista

Llamemos a las cosas por su nombre

Desde hace años, los partidos de corte ultranacionalista campan a sus anchas por territorio europeo, alimentándose de los temores de sus conciudadanosque ven como la ola inmigratoria y la inestabilidad amenazan con cercenar su estilo de vida

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Llamemos a las cosas por su nombre

Igual ya es demasiado tarde para entrar en el tablero político y discernir sobre las posturas ideológicas de VOX, la gran novedad en el Congreso de los Diputados y en numerosos parlamentos autonómicos, así como en distintos ayuntamientos. Me van a perdonar, estimados lectores, pero he estado demasiado tiempo fuera de este país, empapándome de los Trump, Clinton y la nueva estrella de la política americana, Alexandra Ocasio-Cortez, el futuro del Partido Demócrata que ha vuelto a retornar a sus posiciones más izquierdistas. No hablaré de eso en el día de hoy, sino del fenómeno VOX, un movimiento más que asentado en la política española, pese a su clara regresión en los últimos comicios autonómicos y municipales. No servirá este artículo de termómetro de este movimiento de corte ultraderechista. Recuerden, estoy hablando del partido, no de las personas que legítimamente han decidido depositar su confianza en unos ultraderechistas, xenófobos sin experiencia gubernamental.

Desde hace años, los partidos de corte ultranacionalista y/o ultraderechista campan a sus anchas por territorio europeo, alimentándose de los temores de sus conciudadanos, que ven como la ola inmigratoria y la inestabilidad amenazan con cercenar su estilo de vida. Estos discursos junto con los ya tradicionales antiabortistas, anti igualdad de género, anti movimiento LGTBi, han conseguido calar en un sector de la sociedad europea, que, sin dudarlo, ha apoyado mayoritariamente movimientos como el Frente Nacional de Le Pen, UKIP de Nigel Farage, Alternativa por Alemania o Fidesz de Viktor Orbán en Hungría. Mientras tanto, en España observábamos el declive de nuestro tradicional bipartidismo, que por otro lado estaba alimentando la posibilidad de que movimientos reaccionarios como VOX tomaran algo de protagonismo. Sin embargo, no se le dio ni la más mínima importancia. En definitiva, no es un problema de diagnóstico, sino de lectura y análisis. VOX siempre ha estado ahí, con más o menos apoyo. Ahora que han conseguido una mayor atención, han logrado un mayor número de votos y han conseguido ser el caballo de batalla - que no el de Santiago Abascal - de la derecha más reaccionaria y conservadora de este país.

Ahora bien, ¿por qué VOX es extrema derecha? No entraré a analizar el término fascismo porque me aventuraría a decir que VOX no es fascista en lo que precisamente al término se refiere. Al menos, respetan las reglas del juego, respetan la Constitución y no utilizan la violencia para propagar e imponer sus dictámenes. Al menos, por ahora. VOX es extrema derecha por su corte ultranacionalista, nativista, xenófobo y autoritario. Al fin y al cabo, intentan convencer de que una parte de la sociedad es mejor que el resto por una serie de valores basados en el amor a la patria y la religión, entre otros. Sin embargo, el problema no es la definición del término ultraderechismo o extrema derecha, el problema reside en la lectura que han decidido hacer los partidos conservadores o liberales de nuestro país. Tanto Partido Popular como Ciudadanos se han negado abiertamente a calificar a VOX como extrema derecha, tan solo Pablo Casado en alguna ocasión se ha referido a ellos como tal, por los pésimos resultados que obtuvieron en las elecciones generales. Mientras en Europa, socialdemócratas, liberales y conservadores pactan gobiernos para evitar la influencia de los partidos de extrema derecha, en España, PP y VOX se sientan a comer a la mesa, mientras Ciudadanos permanece vigilante. Desde las filas naranjas, siguen insistiendo que no pactarán con VOX, pero ya lo hicieron en Andalucía, y lo volverán a repetir.

Hace poco en una entrevista para eldiario.es, José María Lasalle, secretario de Estado con Mariano Rajoy, criticó abiertamente la nueva postura del PP de blanquear a la extrema derecha y sentarse a negociar. El problema no es solo VOX, sino también el viraje ideológico que ha provocado en el centro derecha español. Ahora el PP vuelve a ciertos discursos retrógrados de la época de Aznar, y Ciudadanos borra de la memoria de la sociedad española su condición de partido socialdemócrata, progresista, para acuñar definitivamente el término liberal. Como conclusión, VOX es extrema derecha. Ahora que las mesas de negociación coparán las principales portadas, es digno recordar que los partidos que se están sentando a negociar, lo están haciendo con la extrema derecha. Llamemos a las cosas por su nombre.

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