Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad de Almería Catedrático de Lengua Española de la UAL

Susana Díaz, sanchista en Carnaval

Susana Díaz, sanchista en Carnaval Susana Díaz, sanchista en Carnaval

Susana Díaz, sanchista en Carnaval

Sí, así como lo leen, la señora Díaz, otrora reina del Guadalquivir se ha convertido en apasionada fan de la causa sanchista. ¡Acudid a mí, hemerotecas, periódicos, cadenas de televisión, emisoras de radio, redes sociales, caracteres con espacios y sin espacios! Con permiso de los Morancos, las carcajadas de González y Guerra, Madina y Zapatero, Ibarra y Lambán, Bono y Vara llegan desde la isla de Alborán a Tánger; desde la playa del Zapillo, a la playa de la Caleta; desde Pescadería, al barrio de la Viña; desde el teatro Cervantes, al teatro Falla. Ahora, que empieza el carnaval y un pasodoble es una metáfora, puesto que doña Susana, chavesista y griñanista, felipista y guerrista, ha guardado en el arca de Noé el golpe de mano que dio en Ferraz el 1 de octubre de 2016, entre sílabas y sintagmas, rimas y leyendas. ¡Quién te ha visto y quién te ve y la sombra de lo que eras! Ni gallina viva, ni tocino, ni estaca, ni tinaja sana. En la oposición en el parlamento andaluz hace frío, pero más todavía, en el paro y en las colas del INEM. ¡Frío, frío, como el agua del río. O caliente como el agua de la fuente! Marisu, portavoz y ministra, dice que avisar no es de traidoras, pero que la secretaría general del PSOE de Andalucía es una aspiración, que quiere conseguir cuando Pedro le haga un guiño entre las páginas que ha escrito Irene Lozano y un chiste de los hermanos Cadaval sobre el coronavirus en el Hormiguero, sin saber si Pablo Motos miraba al cielo o a las interjecciones de ¡tierra trágame!

La chirigota Misión imposible, el popurrí, un tango, el coro de Rayadillo, el cuarteto y una nueva ovación, no sabemos si para Juan y Medio, para Susana o para Tom Martín Benítez. Entre Sanlúcar y Chipiona, camino de El Puerto, Almería, en el recuerdo, antes susanista y, desde hace algún tiempo, sanchista, que la gente no se chupa el dedo. Así suceden las cosas interrogando la guitarra, cuando vislumbramos uno que otro disfraz: carnaval en Cádiz; carnaval en Almería. Como si dijéramos: «Ay chiquilla ten en cuenta que yo soy un aprendiz, si no sale a la primera, lo tendré que repetir: Susana, sanchista, que siempre lo fue, lo demás fue un error y abstenerse ante el Estafermo como si la luna se lo hubiera dicho al sol». O sea, que no se equivocó Susana, sino la luna llena de Triana; río Guadalquivir, entre naranjos y olivos, hasta desembocar en Sanlúcar: caja y bombo; comparsas y chirigotas; pitos de caña y cuartetos; bandurrias y coros; laúdes y claves.

Marisma y Doñana: langostinos y acedías; pijotas y puntillitas; tortillas de camarones y manzanilla: oro ávido, en nuestras manos. Como si Verónica Pérez, tan flamenca ella, nunca hubiera afirmado, un incierto día, que la única autoridad en el PSOE era ella, después de recomendarle a Sánchez que incendiara los sueños que tenía en la madrileña calle de Ferraz; tal como el verso penúltimo que se oye de manera adjetiva, mientras prosigue la historia que muere cada tarde entre los claros nombres, los cuales guarda la memoria en el anaquel de cada manuscrito. Sí, la vida da muchas vueltas y en una de ellas nos hemos encontrado a Susana Díaz más sanchista que Sánchez. Los Morancos tienen para chiste y medio, siempre que sea mejor que el del coronavirus, que todo se puede degradar un poco más, hasta que a esta España no la conozca ni la madre que la parió: don Alfonso Guerra González, el 28 de octubre de 1982.

En el crepúsculo de los espejos, la literatura sigue siendo una fiel compañera, con el cigarrillo de Cortázar en el marco de la ventana. La antigua librería Antonio Machado y Carmen Reina fueron la pareja perfecta y nunca se suicidaron. Entonces, los habanos de Mark Twain ilustraban las fotografías y los móviles no atrapaban nuestro ser. Se puede viajar en el tiempo hasta encontrar las verdades que nos gustan, pero también, aquellas páginas que renacen como el Fénix. Para decirnos que la señora Díaz Pacheco algún día se puso el traje de faralaes y se sintió inmortal entre Chaves y Griñán. Ahora, aquello es una bandada de palabras que se posan desnudas en la forma interrogativa de una errata. Solo falta que sea la doble de Jennifer López o Shakira, se ponga a escribir poemas en el metro y atraiga a miles de followers a su perfil.

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