Tribuna

Antonio Sánchez de Amo

Presidente de Verdiblanca

Verde, blanca y morado

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Verde, blanca y morado

Desde Verdiblanca queremos hablar de mujeres. Y hablar de mujeres desde diferentes perspectivas; desde las más optimistas a las más vergonzantes. Como periodista sé muy bien qué temas son los que mandan diariamente en los medios de comunicación. Sé de qué hablaremos mañana en la cafetería, en el grupo de WhatsApp, en el parque infantil, en Facebook o en el ascensor.

Hablemos de hechos vergonzantes. Por ejemplo, el 70% de las personas que viven en pobreza extrema son mujeres. No acceden a la educación, ni a la sanidad, ni tienen cuenta en Instagram, ni hacen lista de la compra y mucho menos toman decisiones, ni domésticas ni políticas. La tasa de desempleo femenino en España es el doble de la media europea. Y es cuatro puntos más que la masculina española. Pero el hecho de tener empleo tampoco es una garantía de igualdad.

Las mujeres cobran como media un 30% menos que los hombres, ocupan menos cargos de responsabilidad y soportan más precariedad. Así que en su vejez serán más pobres. Además, las mujeres pagan peaje por su maternidad y el cuidado de los hijos e hijas. Mientras que la tasa de envejecimiento en España va aumentando sin reposición poblacional, a las mujeres no se les da facilidades para compatibilizar su ocupación laboral con la maternidad.

Pero esta no es la única factura que se les pasa a las mujeres. Existen otras cargas. Unas que no repercuten en el IVA, ni se contabilizan en el IRPF, ni les restan cada mes en la cuenta corriente. Son psicológicas, sociales, ambientales, familiares… Cada hora son asesinadas seis mujeres en el mundo. Por crímenes de guerra, por abusos contra derechos humanos, por machismo, porque las quieren mucho, demasiado.

Y quienes no las quieren tanto escriben la historia a fuerza de repetir mentiras. Por ejemplo, la Fiscalía del Estado ha demostrado que sólo el 0,01 por ciento de las denuncias interpuestas por violencia de género son mentira. Es decir, quienes se atreven a denunciar a sus maltratadores tienen motivos.

También olvidamos un hecho trascendente e igualmente desgarrador: el incremento de la violencia de género entre adolescentes y jóvenes, reforzada además por el uso las redes sociales para controlar, vigilar y presionar a sus parejas.

La injusticia siempre ha existido, y existirá. Por eso, hace décadas se diseñaron en todo el mundo civilizado, políticas y acciones denominadas de discriminación positiva. Esas políticas están dirigidas a permitir que ciertos grupos minoritarios o que históricamente han sufrido discriminación encuentren un equilibrio igualitario en sus condiciones de vida. Puede ser creando cuotas de género o de identidad sexual, reservando plazas por la diversidad funcional, para reducir desigualdades heredadas de generaciones anteriores por razón de raza o etnia.

Las mujeres débiles están solas; el miedo las inutiliza, la zozobra las ahoga. No existen garantías de seguridad aunque tengan órdenes de alejamiento, botón del pánico o el teléfono 016 sin rastro en la factura.

Hablemos ahora de datos esperanzadores, como los que arroja Verdiblanca, que contamos con sendos Planes de Igualdad de género entre hombre y mujeres desde hace casi una década, en aras de mantener la paridad natural. Para ello trabajamos en favorecer la conciliación familiar, la equidad en puestos de responsabilidad, la prevención del acoso laboral o la violencia de género con decenas de acciones.

En la actualidad el porcentaje de mujeres existente en la plantilla de Verdiblanca, compuesta por 530 personas, es del 72 por ciento. En el último lustro este porcentaje ha ido menguando gracias a las políticas de la organización por colocar a hombres en tareas tradicionalmente consideradas como femeninas, y viceversa.

Verdiblanca cuenta en su plantilla a partes iguales con hombres y mujeres que tienen discapacidad. Y ahora vayamos a un dato que preocupa extremadamente a la población femenina: el de la temporalidad en los puestos de trabajo. En Verdiblanca se invierte el sentido generalizado en España, ya que el porcentaje de contratación fija en la organización es del 74%, de los cuales el 79% son mujeres. Y más concretamente, entre las contrataciones realizadas a personas con discapacidad, el 65% son contrataciones fijas, de las cuales el 55% son mujeres.

Está claro que debemos estar unidos para garantizar en el ámbito de la educación, el doméstico, el laboral, el jurídico… la transmisión de valores de igualdad, respeto y no discriminación. Así sí podremos construir un futuro más cierto y justo.

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