Tribuna

Manuel Peñalver (Catedrático de Lengua Española de la Universidad)

Cuatro cabalgan juntos

El otro mosquetero que quiere ser D´Artagnan es Pablo Casado, que espera la resolución del máster como si fuera espectador en primera fila de una película de Hitchcock

No me refiero con el título de este artículo, como es palmario, al célebre western, dirigido por John Ford e interpretado por James Stewart y Richard Widmark. Todos los aficionados al cine sabemos que esta gran película es conocida en su traducción al español como Dos cabalgan juntos.Tampoco voy a referirme, ya que no es este el objetivo, a los cuatro jinetes del apocalipsis y, menos aún, a quién monta en el caballo blanco, quién, en el caballo negro, quién, en el caballo rojo y quién, en el caballo bayo. Los cuatro jinetes no son otros que Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Casado y Pablo Iglesias. El independentismo, las nubes que, de nuevo, asoman por las cifras del empleo, y, en concreto, de los jóvenes, y el incierto futuro del sistema de pensiones reclaman pactos de todas las fuerzas políticas, de manera que se antepongan los intereses de la nación a los políticos y de partido. Sánchez debe asumir el reto, dada la situación parlamentaria en la que se encuentra y la diversidad de los votos que lo llevaron a la Moncloa. Si estos asuntos no consiguen la unión, entonces la solución no es otra que la convocatoria de elecciones. En el caso de que Sánchez se atrinchere, puede dar la idea de que la ambición y el poder son su hoja de ruta dilecta. Si, por el contrario, convoca, bien pronto, las elecciones, su figura de político capaz puede atraer votos que el partido socialista perdió ya con Pérez Rubalcaba. Pero el voto decisivo, y Sánchez, lo mismo que Rivera, lo sabe, es el de centro. De ahí, la importancia de saber si el presidente del Gobierno quiere ser John Ford, James Stewart o Richard Widmark.

Pero si cuatro no cabalgan juntos, sino por separado, nos queda por conocer quién de los líderes de la política española es D´Artagnan y quién, cada uno de los tres mosqueteros: Athos, Porthos o Aramis. Leyendo la novela de Alejandro Dumas, descubrimos que D'Artagnan se alía con los mosqueteros y vence, lo que causa, por un lado, la admiración de Luis XIII y, por otro lado, la ira del cardenal Richelieu. La amistad y la unión entre los cuatro son el preludio del triunfo y de la victoria. Hasta la moción de censura, Albert Rivera fue D´Artagnan. Mas la jugada sorprendente y de ajedrecista, al mejor estilo de Bobby Fisher, que fue capaz de vencer a Boris Spassky, del asesor del secretario general del PSOE, Iván Redondo, lo dejó en fuera de juego; tumbado en el césped y mirando a las estrellas, como si fuera el portero del Huesca, Werner, en la goleada del Camp Nou. Ahora, no percibimos bien si el líder de Ciudadanos, entre Sánchez y Casado, es aquel nuevo Kennedy, que intuía los malabares en el escenario de la política, o quien ha visto apagada su estrella y las encuestas ya no le son favorables. Es como un sueño del que tiene que despertar para que la fugacidad de los instantes no lo acabe convirtiendo en un comodín, que adquiere su valor según le convenga al jugador que lo posee. Fueron muchas las ilusiones que creó el partido del color de la naranja y del budismo. Pero, en la política española, los despistes, ante los movimientos de fichas, que hace el adversario, se pagan muy caros. "Si no estás cometiendo ningún error, no estás innovando. Si estás cometiendo los mismos errores, no estás aprendiendo". -, argüía Rick Warren en los instantes en los que la agudeza y el ingenio son los aliados naturales de la inteligencia. Rivera necesita, con urgencia, parecerse a John F. Kennedy antes que a él mismo para recuperar la imagen y el discurso, con la ayuda de Inés Arrimadas; bella como los versos níveos de Garcilaso de la Vega.

El otro mosquetero que quiere ser D´Artagnan es Pablo Casado, que espera la resolución del asunto del máster como si fuera espectador en primera fila de una película de Alfred Hitchcock, para quien, en el secreto inescrutable de sus propias palabrasSi no estás cometiendo ningún error, no estás innovando. Si estás cometiendo los mismos errores, no estás aprendiendo“. -Rick Warren, «en el cine documental, Dios es el director. En el de ficción, el director es Dios». Quien venció en las primarias de la derecha a Madame Ambiciones espera la hora de su suerte mirando las manecillas del reloj hitchcockiano de los segundos que nunca se apagan hasta conocer el tic tac que marcan las horas con la precisión de un teorema. Iglesias, don Pablo, igualmente, observa y estudia la partida y sigue a Sánchez en la contrarreloj, sin ser Jacques Anquetil, pero sabiendo que en esta jugada su futuro está escrito entre las sílabas y los fonemas de un verso libre. O, tal vez, de un capítulo cervantino, entre la realidad y el deseo, de un personaje que nunca podrá ser Alonso Quijano.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios