Tribuna

Coronel Javier Soriano

Subdelegado de Defensa en Almería

Los carreteros en la guerra de Granada

Fue la lucha entre un ejército medieval frente a un ejército en pleno proceso de transformación a la edad moderna

Los carreteros en la guerra de Granada Los carreteros en la guerra de Granada

Los carreteros en la guerra de Granada

Miguel de Cervantes escribió en El Quijote que "el trabajo y el peso de las armas no se puede llevar sin el gobierno de las tripas", gran verdad esta ya que a lo largo de la historia el éxito en la guerra se ha inclinado del lado del bando que ha podido hacer llegar a sus tropas los recursos que estas han necesitado en los lugares adecuados y en los momentos oportunos, revelándose la logística como la actividad condicionante de la táctica y la estrategia. Ya en tiempos de los Reyes Católicos se desarrollaron y estructuraron los procesos logísticos, con la sistematización tributaria para tales efectos. Fue durante su reinado cuando se produjo la profunda transformación de las huestes medievales en un ejército, cambio que no tuvo lugar de forma repentina, pero sí con una rapidez inusitada para la época y que resultó imprescindible para entender sus éxitos militares y por ende, políticos.

Hasta entonces las guerras medievales, con reducido número de efectivos e incursiones breves en territorio enemigo, no requerían el ingente volumen de recursos que empeñaron los Reyes Católicos en la guerra de Granada. Llama la atención el extraordinario esfuerzo que se hace en esta guerra por sostener el aparato logístico de campaña, siendo este uno de los aspectos que más evolucionó. Una guerra con un empleo masivo de una nueva arma, la artillería, traída de Alemania y de Bretaña, y en la que los montadores contaron con maestros artilleros procedentes de Bretaña, Borgoña y Aragón, artillería pesada como las lombardas, y ligera como cerbatanas y pasavolantes. Este empleo masivo de la artillería, la pólvora necesaria y otros abastecimientos, exigió para su transporte un gran número de carreteros con sus trenes o cuadrillas en carretas de bueyes, así como zapadores y expertos en técnicas de minado de murallas, asentamientos de las piezas de artillería, carpinteros capaces de construir torres de asalto, bancos pinjados y otras armas de asedio, personal encargado de allanar el camino para las carretas, etc... Teniendo en cuenta estas consideraciones, bien podrían elevarse hasta unos 80.000 los efectivos movilizados permanentemente por los Reyes Católicos en esta guerra, cifra extraordinaria para la edad media y más propia de los ejércitos modernos, con una labor logística plenamente desarrollada. La movilización general de carretas y ganado para que la artillería pudiera desplazarse y desplegarse a las distancias requeridas y que las tropas estuviesen abastecidas en todo momento, convirtieron a los carreteros en actores fundamentales en esta guerra. Las crónicas de la época han dejado constancia de que en la ayuda a Alhama en 1483 se llevó a cabo el primer transporte de artillería de relevancia con el empleo de hasta 80.000 animales de recuaje. En el sitio de Ronda, en 1485, llegaron a intervenir 1.100 carros de Artillería, y en la toma de Loja 60.000 animales de carga y 2.000 carretas, precedidas por 6.000 zapadores que iban allanando el camino. Pero donde los carreteros tuvieron una tarea más prolongada fue en el sitio de Baza en 1489, con un importante despliegue de artillería, que requirió unos 14.000 bueyes. Los carreteros con frecuencia se vieron envueltos en los combates al tener que aproximar las piezas de artillería a primera línea, siendo preciso durante la noche colocar las columnas de carretas en círculo, protegiendo los bueyes de arrastre en el interior y aprestándose para la defensa, armados generalmente con hachas y armas blancas, generando una estampa similar a la que se produciría siglos después durante la conquista del oeste americano cuando los colonos hacían lo mismo para defenderse de los indios. Durante los 11 largos años que duró esta guerra, entre Burgos, Soria y las zonas pinariegas de Segovia y Cuenca se movilizaron cerca de 5.000 carretas de bueyes, recurriéndose a las asociaciones de transporte creadas para el sostenimiento del comercio de la lana, columna vertebral de la economía castellana. Con unas líneas de transporte y abastecimiento aseguradas, frente a un enemigo aislado al perder los puertos de Málaga y Almería por los que recibir la tan ansiada ayuda turca y berberisca, la victoria de los Reyes Católicos fue cuestión de tiempo. Fue la lucha entre un ejército medieval frente a un ejército en pleno proceso de transformación a la edad moderna, dotado de una sólida estructura logística, en la que la planificación y ejecución de una movilización masiva de los carreteros resultó esencial.

Coronel Soriano

Subdelegado de Defensa en Almería

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