Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Univesidad de Almería

La poesía de Alfonso Berlanga

Estos versos reflejan la verdad y la pureza lírica de un estilo diferente por su olor a libertad y a esperanza en las avenidas del mundo

La poesía de Alfonso Berlanga La poesía de Alfonso Berlanga

La poesía de Alfonso Berlanga

Mientras oigo el silencio en la soledad de esos instantes en los que la literatura se hace realidad en las páginas universales de los días, leo un mensaje que entra en mi móvil para comunicarme la presentación de un libro. Miércoles, día 15, a las siete y media en la subdelegación del Gobierno de la Junta de Andalucía en el Paseo de Almería. Aprovecho la ocasión para hacer un recorrido tranquilo por el centro y, de esta manera, me asomo a la belleza de calles y edificios, que comparten el ocaso de la tarde con el soneto de una armonía compartida en el diario de los momentos que perduran como un cuadro de Murillo o un poema de Juan Ramón. La Puerta de Purchena tiene ese misterio que solo un sabio de la historia de Almería como Antonio Sevillano puede descifrar. Es entrañable adivinar las claves de esa serenidad y calma que transmite este lugar, de esquina a esquina, a pesar del bullicio y del ruido del tráfico. Las terrazas de bares y cafeterías son testigos de esa percepción inseparable de su geometría.

La plaza circular, el teatro Cervantes, el teatro Apolo, rincones, recuerdos y andanzas siguen fieles a sus estampas pretéritas, mientras el presente se hace futuro en el ir y venir de los segundos que transforman sus vivencias para eternizarlas mar adentro en su antiguo rumor. Entro en el edificio acompañado de una libreta y de un bolígrafo para tomar notas y apuntes. Cuando la literatura se hace protagonista, siento que el devenir del tiempo se observa de una manera distinta, como si las metáforas no hubieran existido antes en la lejanía de lo infinito. Como si Cervantes y Shakespeare fueran un mismo escritor. Como si a Hegel y a Kant los interpretáramos con la sabiduría que aprendimos al traducir la «República» de Platón en una añorada disquisición metalingüística y filosófica. Con claridad expositiva, esplendente oratoria, sólida argumentación y exposición fúlgida, presenta el libro el escritor José Antonio Santano. Lenguaje poético elevado a la grandiosidad de un discurso antológico, cuyas sílabas permanecen en su intrínseca textualidad. Una sintaxis áurea y creativa en su propia excelencia. Una maravilla textual que recordaremos siempre como mirífica y eterna en su propia cadencia. El autor, Adolfo Berlanga, ejerció como catedrático de instituto en Almería y desempeñó diversos cargos en los ministerios de Asuntos Exteriores, Educación y Trabajo y Asuntos Sociales. Afincado en esta tierra, dialoga con la escritura con el sol entre las manos de unos versos que llegan al alma por su inefable métrica.

La poesía llamó a temprana edad a su pasión lectora y las palabras bien pronto se arracimaron en su inspiración y creatividad para darle forma a este espléndido libro, que sirve como homenaje a la ciudad boliviana de La Paz. «Al filo de la loma en la distancia / tres brujos emplumados esnifaban / con sus ojos de alcohol la tenue albada. / Todo dispuesto para el cruel combate, / los niños y mujeres bajo tierra, / sangrados animales y encurtidos, / la cosecha quemada para nadie, / los guerreros tiznados de avaricia, /de lujuria los jefes endiosados». Estos versos reflejan la verdad y la pureza lírica de un estilo diferente por su olor a libertad y a esperanza en las avenidas del mundo, escrito por quien ha ido por ellas para fotografiar el testimonio de lo que es realidad antes que ficción en la gramática del compromiso brechtiano. «Son aymara» es un grandioso poemario caligrafiado con el magisterio y la honda sensibilidad de quien ha leído a los clásicos con dilección borgeana. Bécquer, Machado y Blas de Otero, verso a verso, en la plenitud de la historia de la literatura escrita por el mismo poeta. Es decir, por Alfonso Berlanga. «Nazarenos en andas bendecidas / costalan la imagen de un dios menor / que en azul arrugado procesiona / la calle del misterio y del olvido». La música de piano de Antonio Gallardo, tres voces diferentes en el recital, un silencio que se hace metáfora en su propio enigma, una lírica que sorprende por su inmensidad y hermosura en la odisea de la universalidad. Una rima que es belleza en su armonía. Garcilasiana, cervantina, pero tan original como un poema de Kavafis, de Rilke o de Keats. Hermoso acto, que nos enseñó a amar lo que nunca debemos olvidar: la poesía. Porque a estos textos se acerca la vida para seguir existiendo, rota una lágrima en las orillas del llanto. Que, a veces, tanto se parece a los incesantes mares de Ulises, que, en cierto modo, también son los de «Son Aymara». Un libro que tengo entre mis manos y que sigo leyendo. Preguntándome por las verdades que soñamos en los instantes que permanecen en aquel azul profundo.

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