Tribuna

Manuel Peñalver

Catedrático de Lengua Española de la Universidad

Los puros de don Mariano

Por fin sabemos lo que es una metáfora en el mismo instante de su nacimiento. ¡Gracias, don Mariano!

Los puros de don Mariano Los puros de don Mariano

Los puros de don Mariano

Son las seis en punto de la mañana, En este sábado de enero, acude presto a los recuerdos la inefable poesía de Pedro Salinas, tan profunda y mirífica en la huella de los instantes, que se van para permanecer en la métrica de los días. La metáfora, desde los orígenes de la literatura hasta hoy, es, sin duda, el recurso más preciado por muy diversas razones, que trascienden lo puramente literario, puesto que va más allá de su propio misterio, hasta convertirse en código plurifuncional y ambivalente. Por ello mismo, la pregunta surge en su particularidad: ¿Qué es la metáfora? Larra la definía escribiendo, diariamente, los mejores artículos que en el periodismo han sido hasta superar a la literatura y universalizar la página en su íntima genealogía. Señalaba el tantas veces recordado Vázquez Montalbán, don Manuel, maestro de maestros, en su genialidad lo que sigue: «En tiempo de cris de certezas y dogmas, ¿qué sería de nosotros sin las metáforas…?». Mas la metáfora no admite ninguna definición por su naturaleza y singularidad. La metáfora es siempre algo más. Tal vez, los únicos que entendieron todos sus secretos fueron Quevedo y Villegas, don Francisco, Larra, don Mariano José y Umbral, don Francisco. El Buscón y el periodismo haciendo literatura, sabiendo que era periodismo. «Las metáforas son peligrosas. Con las metáforas no se juega. El amor puede nacer de una metáfora», caligrafiaba Milan Kundera en ese vano intento por definir lo que no tiene definición. «En la vida, todo es una metáfora», decía Haruki Murakami, convencido de que acertaba, puesto que tal vez acertó. O se aproximó más que otros. Las claves las tenía Roland Barthes. «La ciencia ficción es una inmensa metáfora», precisaba Úrsula Kroeber Le Guin. Pero la reflexión sigue y es esta la que nos aproxima a la siguiente pregunta: «¿Es la política en España y en el mundo una metáfora?». Quevedo, Larra, Camba, Ruano y Umbral lo afirmarían en el trayecto que va del pensamiento a la contraportada.

¿Las elecciones del veintiuno de diciembre en Cataluña fueron también una metáfora? Una mujer de nombre Inés y de apellido Arrimadas demostró con su dialéctica romántica y su discurso genial que la política es más humana y más literaria, cuando la palabra coincide con el sentimiento. La reflexión nos hace llegar a las encuestas, orientadas ya a las elecciones generales. El periódico digital que dirige don Pedro Jota, o sea, Pedro José Ramírez, ex director de El Mundo y Diario 16, pronostica un empate técnico entre PP, PSOE y Ciudadanos, con una ligera ventaja de escaños para el Partido Popular, que lograría 97 diputados. Según la encuesta de SocioMétrica para el medio ya citado, el PP obtendría el 24,1% de los votos y 97 escaños, el PSOE, el 22,5% y 89 escaños, Ciudadanos, el 23,9% y 86 escaños y Podemos, el 16% y 49 escaños. Los barones del partido de la derecha, como en otros tiempos, se rebelan contra don Mariano, pero el señor de Pontevedra, nacido en Santiago de Compostela, enciende un puro y, aun leyendo el Marca, piensa en aquello que dijo Jacques Lacan: «El síntoma es una metáfora». Por este motivo, la interrogación reaparece: «¿Cuántas metáforas tienen los puros de Rajoy?». Solamente, Umbral lo sabía. Lo cual le llevaba a escribir en un giro infinito de la prosa, que parecía de Valle-Inclán o de Gómez de la Serna, siendo suya: «Rajoy no tiene inconveniente en confesar que no sabe nada de nada pero lo va a explicar todo. Rajoy no hace soflamas ni saca pecho ni hace gracia con el precio del cafelito, sino que arranca de una ignorancia muy estudiada, una ignorancia sabia, digamos, hasta ir reconquistando el terreno perdido y hacerse con la atención de un proletariado arisco y auténtico. De modo que la verdad empezaba cuando terminaba el coloquio». Fumaban puros Churchill, John F. Kennedy y Fidel Castro. También, Felipe González y Aznar. Pero no tenían metáfora alguna. Son los de don Mariano los que trascienden la política. Sabemos que Kennedy pidió mil puros antes del embargo a Cuba. ¿Cuántos pedirá el señor de Pontevedra antes de las generales? Nadie lo sabe en la Moncloa, ni fuera de la Moncloa. La metáfora puede ir de un lado para otro, del día a la noche, de la madrugada al amanecer, de la madrugada al alba. Pero el secreto seguirá siendo un enigma. Ni Pedro Sánchez, ni Rivera, ni Iglesias podrán despejar la incógnita. Ni siquiera la misma Soraya, todopoderosa vicepresidenta del Gobierno. Los puros de Rajoy siguen siendo la metáfora. O las metáforas. Dependiendo de la dirección que tome el humo. «¿Me está respondiendo a lo gallego?». «Contesto a lo gallego; no voy a hacerlo a lo local». Por fin, sabemos lo que es una metáfora en el mismo instante de su nacimiento. ¡Gracias, don Mariano!

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