El realismo poético de Navarro Menchón

La pintura, medio universal de expresión de las artes, como es la escultura, la fotografía, la arquitectura o la música, no tiene otro objetivo que trasladar la emoción de cada artista al espectador para que éste, desde su conocimiento y fibra sensible, pueda valorarla.

Será labor del crítico o experto cualificado trasladar sus comentarios y opiniones a la general comprensión, desvelando sus aciertos o desventuras con la sana intención de situarle en el lugar justo que le corresponda.

Antonio Navarro Menchón, murciano de Alcantarilla, a sus 45 años y desde muy temprana edad, dedicó la mayor parte de su tiempo al noble oficio de pintar dando rienda suelta a sus capacidades para convertirse, al día de hoy, en un verdadero artífice de las artes. Mañana mismo tendrán ustedes la oportunidad de situarse frente a una quincena de óleos, en la galería de arte "Trino Tortosa", donde el autor deja bien patente la gran categoría en que tiene implicado su arte.

No se trata de asistir a una muestra más, de las que tanto abundan, sino de disfrutar de un excelente trabajo, producto de la habilidad y genialidad de quien nació para pintar,

Para nuestro artista, situado en las mejores fluencias de su tiempo, la pintura fue siempre una inquietud, jamás satisfecha por conseguir nuevos y mejores resultados, ampliando al máximo los horizontes de su arte y nunca reduciéndolos. Pues sabe y tiene muy claro que sin ese firme propósito de ilusionada búsqueda resulta muy difícil ser artista.

Desde su paleta sabia y bien dirigida, nos muestra una serie de temas y motivos variados comprobando en cada uno de ellos la huella infalible de quien se expresa con un lenguaje propio y no es producto, ni de la copia ni del plagio más descarado. En sus cosechas artísticas se dan cita los tres elementos imprescindibles de la composición, como son, el dibujo que da la forma, el color que la vivifica y estremece y ¡cómo no! la capacidad creativa, que es la que diferencia a un autor de otro.

Así, en la pintura de Navarro Menchón, me gustaría resaltar la gran importancia de la luz, reflejo de su gusto y temperamento que aparece en sus composiciones como un velo de emoción poética que envuelve nuestra sensibilidad de forma admirable. Podríamos afirmar, sin temor a equivocarnos, que las musas que pueblan su mundo interior nos apresan y cautivan, recreándonos los sentidos.

Para ello, no gusta a nuestro personaje usar los fuertes contrastes ni las estridencias coloristas, ni la filosofía del discurso; sino que lo hace desde la tranquilidad de los medios tonos con la elegancia y la sutileza que le identifica.

Y en estos tiempos donde existe tanto confusionismo artístico y socio-político es muy grato ocuparnos de este hombre, artista, comprometido hondamente con la marcha ascendente de su espíritu creador, con la ruta clara y despejada y el estudio sostenido y atento. Un constructor de paz, que combate el estrés al que tanto tiempo estamos sometidos.

Con respecto a la diferencia que existe entre la adquisición de un cuadro decorativo, que no tiene otra función que cubrir un espacio y complacer un gusto, con la adquisición de una obra de arte, que además de suponer una recreación para los sentidos, también forma parte del patrimonio cultural, económico y artístico familiar, está muy claro que son dos cosas bien distintas.

Antonio Navarro Menchón cumple sobradamente con el segundo apartado. Por algo, nuestro autor, goza del beneficio de la crítica más exigente y sus cuadros penden en museos y en importantes colecciones y pinacotecas españolas y extranjeras.

Le doy la bienvenida a este genio-pintor a nuestra ciudad y le deseo el éxito que por sus méritos artísticos merece.