Tribuna

Iván Garrido Jorquera

Escritor

Un rey para Ucrania

Cuando en la madrugada del pasado 24 de febrero, el presidente Vladimir Putin anunciaba con un mensaje televisado el inicio de "una operación militar especial para desmilitarizar y desnazificar Ucrania", poco o nada sabíamos de ese país del noreste europeo. Hoy, habiendo transcurrido apenas un mes y medio desde el inicio de la invasión, Ucrania se nos presenta como un sujeto nacional e histórico mucho más conocido y cercano. Simultáneamente a las crónicas enviadas por los corresponsales de guerra desde las zonas en conflicto, hemos ido percibiendo aspectos sobre la cultura y la historia rusa y ucraniana, que no olvidemos, durante largos siglos, ha sido una historia compartida. Fruto del interés por saber más sobre la evolución en el tiempo de esos territorios, que quizá emana del deseo por encontrar y entender las raíces de esta maldita guerra, en lo que conforman la trinidad del pueblo ruso: Ucrania, Rusia y Bielorusia. Un aspecto, aún muy poco tratado por la bibliografía existente, son las dos intentonas para instaurar una monarquía en Ucrania. Un tema muy singular que vamos a abordar en estas líneas y que puede ayudarnos a descifrar el conflicto actual; la segunda guerra que se produce en territorio europeo durante el siglo XXI, pues no olvidemos que la guerra de los Balcanes, que afectó a seis repúblicas ex yugoslavas, se produjo en las postrimerías del siglo XX y concluyó en 2001.

En noviembre de 1917, Ucrania proclama su independencia bajo un gobierno de izquierdas, no comunista, que pacta la paz con las potencias centrales en las negociaciones del Tratado de Brest - Litovsk, en marzo de 1918. Y es a partir de este momento, cuando se considera la posibilidad de una instauración monárquica en Ucrania. En abril de ese mismo año, Alemania apoya un golpe de estado perpetrado por el general Paul Petrovich Skoropadsky, descendiente de Ivan Skoropadsky, quien había ostentado entre los años 1708 y 1722 el título de Hetman de Ucrania. A su muerte se sucederían otros hetmanes hasta que, finalmente, el título fue abolido por Catalina II de Rusia en 1764, cuando el control del imperio ruso sobre la administración de Ucrania era total por haber perdido de facto su independencia. El título de "Hetman", que Skoropadsky había recibido, deriva de la palabra polaca utilizada para denominar a los líderes o caudillos. Así mismo, había sido utilizado para denominar a los militares que habían ejercido el mando supremo del ejército, tanto en Polonia, como en el gran ducado de Lituania. Los primeros tiempos del gobierno de Paul Petrovich Skoropadsky revitalizaron la economía, tan maltratada por el anterior gobierno de izquierdas, gracias a nuevas políticas, pero pronto el Hetmanato recién constituido y las tropas alemanas que lo sustentaban, dejaron de tener el apoyo necesario para mantenerse en el poder. No obstante, aún en septiembre del 1918 Skoropadsky fue recibido, con todos los honores debidos a un jefe de Estado, por el káiser Guillermo II de Alemania en Spa, quizás en un intento de reforzar un proyecto político abocado al fracaso y que acabaría con Skoropadsky exiliado en Wansee, cerca de Berlín. Esa ciudad alemana, se convertiría a partir de entonces, en el centro de la resistencia ucraniana por mantener la independencia nacional concentrando el apoyo de la emigración ucraniana, que pronto se vería dividida. A la muerte de Paul Petrovich, su hijo Danilo fue reconocido como su legítimo sucesor y, a la muerte de éste sin descendencia en 1957, su hermana Isabel recogió la antorcha, pese a estar las mujeres excluidas de la sucesión, según la tradición de los

Zoporozhian Cossacks, a la que los hetmanes pertenecían. La familia Skoropadsky, muy diluida y nada conocida en la actualidad, aún contó con algunos apoyos, aunque marginales, hasta finales del siglo pasado; y, por aquellas fechas en el Reino Unido, aún existía la Ukranian Hetman Organization.

La segunda intentona por instaurar una monarquía en suelo ucraniano tuvo como protagonista al archiduque Guillermo de Austria, un primo hermano del rey Alfonso XIII, que acabaría sus días en una prisión soviética, y que llegó a cambiar su sonoro apellido Habsburgo por el nombre de Vasyl Vyshyvany, en su afán por asimilarse al país que romántica, y quizás ingenuamente, pretendía servir. El archiduque se había identificado desde muy joven con las reivindicaciones de los ucranianos, y en su afán por convertirse en su monarca había propuesto al emperador austriaco Carlos la idea de crear un Gran Ducado de Ucrania. Proyecto para el que también quiso contar con la ayuda de Alfonso XIII, al que no consiguió seducir.

Su padre, el archiduque Carlos Esteban, había intentado impregnar a su prole de una cierta identidad polaca, vinculando así a esa rama de la Casa de Habsburgo con Polonia, para de esa manera lograr su fidelidad al imperio. Pese a ello, el menor de sus hijos, Guillermo, tomó partido por los rutenos (ucranianos), enemigos históricos de los polacos, llegando a ser un enlace en el Parlamento austrohúngaro entre éstos y el emperador, pues los ucranianos constituían una de las muchas minorías que conformaron aquel inmenso y mastodóntico puzle de identidades, lenguas e intereses que fue el imperio de los Habsburgo. Guillermo logró, durante la Primera Guerra Mundial, liberar momentáneamente el sur de Ucrania de las fuerzas bolcheviques al frente de fuerzas austríacas, pero pese a todos los esfuerzos, nunca llegó a ocupar ningún ámbito de poder. Desaparecidos los imperios alemán y austriaco y concluida la II Guerra Mundial, sus posibilidades de instaurar la monarquía en Ucrania aún se vieron, si cabe, más inalcanzables. Pese a ello, el príncipe siguió y persistió en su quimérico anhelo y propósito ucranianos, con toda la nobleza y obstinación que le eran propias, hasta las 23 horas del 18 de agosto de 1948, cuando Guillermo de Habsburgo de nacimiento, y Vasyl Vyshyvany de adopción, falleció de tuberculosis pulmonar cavernosa bilateral en forma abierta. Con sus restos sin identificación descansando en el patio de la prisión o en el cementerio de Lukyanovka, hasta que la rehabilitación de su memoria llegó con la Perestroika en 1989 y una estatua con su busto le tributa homenaje perenne en Kiev.

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