Un trance ante Trancas. Mariano Rajoy regresa este martes a El Hormiguero como si fuera Cánovas del Castillo, una figura rediviva de la política. Como si fuera el nombre de una plazoleta. Regresa el ex presidente al prime time, de cuerpo presente en un plató, sin intermediaciones de plasma, dispuesto a charlar con esa preguntas de peluche de Pablo Motos cuando no hay campaña electoral.
El ex presidente expulsado por moción de censura debutó ante Trancas y Barrancas en las elecciones de 2016, que por mayo era por mayo, montándose en una cinta andarina para demostrar sus cualidades pedestres. En los comicios anteriores lo fundamental era estar con Bertín en La 1 con En la tuya o en la mía.
Quien ya le abrió la puerta hormiguera a Rajoy fue su vice Soraya Sáenz de Santamaría en octubre de 2015, en plena competencia electoral con la llamada nueva política. El bailoteo de la ministra fue el antídoto del populismo televisado de Pablo Iglesias y Albert Rivera.
Eran otros tiempos, en estos años repetidos que se nos han ido volando. Ya no llama la atención ir a El Hormiguero cuando fue Pedro Sánchez quien lo convirtió en moda. Ahora es el presidente en funciones el que no quiere ver a Pablo Motos, el mismo que involuntariamente le regaló cientos de miles de votos a Santiago Abascal y su interrogatorio huraño. Lo vieron 4 millones de espectadores.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios